Lo peor de todo es que es creíble

Los antecedentes avalan a los protagonistas que se dieron cita ayer en el estadio levantino. Tras un partido marcado por agua y sangre, lucha y fuerza; los futbolistas del Levante y el Real Madrid acabaron mal un encuentro que nunca debió disputarse por el estado del terreno. Las pérdidas de equilibro y el descontrol de la fuerza en los contactos cuerpo a cuerpo se incrementaron por la lluvia. No hicieron más que agravar una situación que ya de por sí era peligrosa si tenemos en cuenta los últimos encuentros que han disputado ambos conjuntos. El Real Madrid tiene un nuevo derbi en tierras alicantinas, forja un nuevo enemigo íntimo a más de trescientos kilómetros. Allí por donde pasa, la nueva ola de despropósitos con poco estilo, de entrar al choque con o sin motivos y de responder a la provocación o a la fuerza con la misma fuerza, está desencadenando con o sin razón una marejada de odio allí por donde deja su olor. Cada vestuario que pisan y cada escudo que pisotean algunos de sus futbolistas dejan un rastro inconfundible de golpes, amenazas, críticas y provocaciones. Los vestuarios locales en campo contrario empiezan a convertirse en zonas cero tras el paso del conjunto madridista. Lo que antes era aceptable de forma puntual y fortuita, un mal día para el conjunto blanco, se ha convertido de forma irremediable en su pan de cada día. Dos no se pelean si uno no quiere y al mismo tiempo dos se pelean si ambos quieren.

Varios gallos en un mismo corral no pueden deparar nada bueno en el gallinero. El Levante vive de sus gallos, el Madrid está muriendo poco a poco por tenerlos y alimentarlos. El problema de la percepción que  se tiene de algunos jugadores de ambos conjuntos es que cualquier asunto antideportivo que se cuente de ellos es creíble. Nadie sabe ni sabrá con total seguridad lo que ayer aconteció en las entrañas del Ciudad de Valencia tras pitar el árbitro el final del partido. Lo verdaderamente preocupante es que si dicen que pepe recorrió el túnel de acceso a los vestuarios mofándose e increpando a los jugadores contrarios, puede considerarse un asunto creíble. Como tampoco sería complicado imaginarse al jugador portugués en paños menores bailando junto al vestuario levantino ridiculizando y menospreciando a los adversarios. Si eso es bastante imaginable, aún a riesgo de no ser cierto, no es menos imaginable la brutal figura de Ballesteros queriéndolo despedazar. Mal enemigo para el central portugués es el central español. Nunca es buena idea intentar atracar un establecimiento, menos aún si el establecimiento es una armería. Mientras Pepe se fumaba un cigarro junto a cien kilos de dinamita a punto de estallar, el jefe de inseguridad del Real Madrid daba ejemplo en una trifulca contrastada contra un empleado del Levante.

Hasta aquí las hipótesis, vayamos con los hechos. Tras todo lo sucedido, Sergio Ramos no tiene mejor idea que aconsejar a Ballesteros su retirada del fútbol augurándole una gran carrera profesional como boxeador. Unas declaraciones lamentables, más teniendo en cuenta las desagradables imágenes que el propio defensa sevillano protagonizó en el Nou Camp tras agredir a Puyol e intentar hacer lo mismo con Xavi Hernández. Ramos olvida su pasado reciente y también olvidó aconsejar a Pepe su retirada del fútbol por el mismo motivo. El central luso, si Ramos no fuese tan despistado, podría desarrollar una gran carrera a jornada partida como boxeador callejero, y desde ayer también sabemos que podría compaginarla con el baile de salón bajo carpa circense. Tampoco es difícil negar el beneficio de la duda a David Navarro, central con precedentes violentos que nos acostumbra a traer aires de otras épocas más medievales a la civilización deportiva. Solo Navarro sabe si partió el párpado de Cristiano con premeditación y alevosía, el problema es que a nadie sorprendería dada su trayectoria que la acción fuese consecuencia de la voluntad. El balón es para jugar y los codos son para estudiar, sin embargo no sería de recibo achacar un arte tan popular y generalizado en el fútbol al uso exclusivo de un solo jugador. Unos rompen cejas cuando antes otros rompieron narices. Supongo que se trata únicamente del escándalo de la sangre, el resultado del desenlace. Una acción que siempre es muy peligrosa independientemente del rostro que la sufra y de la fragilidad de la parte golpeada.

El cambio de tornas que se ha podido comprobar en la acción-reacción de situaciones similares en momentos diferentes empieza a ser fiel reflejo de una comunicación decadente y denunciable. En poco tiempo ha perdido su valor el poder de la provocación. Tito Vilanova fue objeto de una agresión por parte de Mourinho hace poco más de un año. Ese día adquirió categoría de justificación una supuesta provocación del banquillo culé hacia el técnico portugués. Ayer, bajo una más creíble suposición Ballestero agrede a Pepe, pero curiosamente, lo que hace un tiempo se convirtió en divina provocación, hoy en día ha perdido su valor. En absoluto es mi intención intentar justificar cualquier tipo de agresión o gesto de malísima educación. Al césar lo que es del César y a dios lo que es de Dios.

El Real Madrid está eligiendo con el paso del tiempo lo que quiere ser, podría ser exquisito dentro y fuera pero no lo es. Podría ser testigo sin tener que elegir entre convertirse en víctima o verdugo, pero ha decidido alternar ambos roles. La victoria del músculo, el carácter y el nervio sobre la técnica y la buena educación en una plantilla de cuatrocientos millones de euros de vez en cuando da sus frutos en el campo y empieza a dejar sus reductos fuera de él. En favor del Levante solo se puede decir que su limitado presupuesto no le ha permitido elegir.