José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


6 de febrero de 2013

El cuarto comensal

Jamás pensé que los gustos culinarios de personas relacionadas con el mundo del fútbol tuvieran tanta importancia como para abrir un informativo deportivo en una cadena nacional. Platos vacíos, mesa y copas de agua sobre un mantel vasco han servido para alimentar las fantasías más perversas de algunos profesionales de la información. España es un país acostumbrado a cerrar negocios (aquí podría acabar la frase), no en la sala business de un aeropuerto o en el acomodo del hall de un hotel. Para qué utilizar las instalaciones de las empresas interesadas o la sala de reuniones de un consejo de administración. Aquí, en España, lo lógico es hipnotizar y acrecentar las debilidades de tu interlocutor a base de surtido de croquetas errazki, dorada asada a la bilbaína o escalopines de ternera a la parrilla. El único acto romántico que Florentino Pérez ha dejado para el mundo del fútbol lo escribió en una servilleta de tela con una mesa y un mantel como testigo. Le preguntó a Zidane en el idioma del amor si quería jugar en el Real Madrid y el francés le respondió en el idioma del dólar que “yes”. Quién sabe, quizás Zidane decidió su futuro sin ser consciente que estaba siendo objeto de la manipulación culinaria, del olor a lubina horneada o del sabor afrutado de su bebida. Yo pensaba que el hambre agudizaba el ingenió, de ahí que siempre haga mis declaraciones de la renta en ayunas, pero visto lo visto, quizás muestre mejores resultados ofrecer una sopa de ajos al funcionario en el bar de enfrente.
Cuatro árabes se sientan una tarde a fumar grifa en un hotel