José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


16 de abril de 2012

¿Alirón o pasillo?

Encogí mi nuca hacia atrás para mirar al cielo mientras caminaba por una empedrada calle con maceteros florecientes en las aceras y jazmines en las ventanas. Las nubes transparentes pero voluminosas apenas se abrían para dejar pasar unas pocas columnas de sol que buscaban el suelo y golpeaban mis ojos. Pocos segundos después las gotas de agua se abrieron paso entre el cielo y suelo para refrescar mi mente. Con un paraguas pegado a una mano y la otra de visera sobre mi frente, aún no sabía si hacía sol o llovía, si abrir el paraguas o usarlo de bastón contra el piso como se ha hecho desde siempre.
Apenas falta el último aliento de liga y nadie conoce la magnitud o minucia que supone la distancia que separa a los dos colosos del futbol en nuestro País. Qué lejanas, casi olvidadas quedan aquellas encuestas en el no reformado pero adecentado, antes Indacente sin errata, diario Marca en las que se pedía al Madridista de teclado si prefería pasillo o alirón en el Camp Nou. Solo los niños pequeños poseen la virtud de desarrollar afrentas y vender ilusiones al peso sin avergonzarse después cuando llega el descalabro. Porque una panadería está para vender pan, el maestro se forma para formar y un diario deportivo basa su existencia en la capacidad de informar pero no de ilusionar. Un medio de comunicación serio no vende ilusión, reparte ánimos ni proclama por la unidad, un buen medio que se preste solo se limita a informar y si se puede a opinar. Apenas recuerdo durante el mundial qué periodista hacía un alegato a la unidad del entorno del equipo con los medios de comunicación incluidos para que los españoles tomásemos la antorcha del fútbol mundial. Periodistas que se desplazan junto a clubes con una mano en la pluma y la otra en un pompón.
Ya casi no puedo ver partidos sin amagar con el mando para quitar el sonido cuando el interés patrio o local está al borde del precipicio. Negar es de necio cuando la evidencia confirma lo contrario a lo que dices y lo opuesto por mucho que duela a lo que los demás ven. Algunos medios de comunicación se han instalado en la absurda obsesión de asesinar la realidad a las primeras de cambio pensando que con caridad informativa pueden comprar lectores e incorporar fanáticos seguidores.
Pasillo o alirón supone un auténtico menosprecio a un equipo que domina con una maza de hierro, un balón de oro y un halo de excelencia el fútbol contemporáneo. Ni a diez ni a quince ni a cuatro ni a uno se puede insultar la reputación de un club y la inteligencia de los lectores con preguntas tan irresistibles como idiotas cuando hay de por medio un balón, un equipo y una historia tan épica como excepcional.
Normalmente, tarde y mal, pero la realidad y el tiempo siempre resuelven dudas y arman el cubo de Rubik a poco que se tenga paciencia. ¿Llueve o hace sol, saco el paraguas o lo mantengo en la mano? Supongo que para los seguidores de alirón o pasillo cuatro puntos pueden ser una distancia sideral mientras otros como yo piensan que no. Esta vez no depende del prisma con que se mire sino más bien de cuando se mire. Con un partido entre Barça y Madrid en la tierra donde desde cualquier campanario se intenta ver el Camp Nou, a mí la distancia me parece lo suficientemente escasa como para que Marca no vuelva a hacer una encuesta en lo que queda de año.
Hace unos días, el señor que lleva por apellido la definición de tardo y perezoso en ejecutar lo que se le manda, basaba su optimismo en que el Madrid históricamente sabía aguantar muy bien la presión. Al instante Paco Buyo, que estaba presente, frunció el ceño y dejo que otros contestasen por él para no tener que recordar lo que pasó en Tenerife, dos veces. Tan absurda es la afirmación como la respuesta, pues esos jugadores no son los de ahora ni el escenario es el mismo ni mucho menos la situación, por cuestiones obvias. Nada sirve para acertar la quiniela salvo que arriesgues un poco y eches mano de la intuición. Rechazando las matemáticas y dejándome llevar por las sensaciones, solo se me ocurre decir que si gana el Barcelona ganará la liga, si empatan la ganará el Madrid y si éste último gana el partido ganará liga y robará prestigio.
A una semana de un clásico decisivo, el Madrid se juega ser campeón, el Barcelona además el honor, los aficionados la ilusión y algunos medios su reputación. Solo los jugadores serán capaces de resolver  la ecuación, de abrirle paso al sol entre las nubes o cerrarlas para siempre poniendo sentencia a una liga apasionante sin necesidad de que nadie nos tenga que reforzar la ilusión.