José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


19 de febrero de 2013

El Celta objeta de conciencia

Hay equipos de fútbol que tienen alma y hay otros que andan por el mundo desalmados. El Celta, acertado o no, en la decisión de no contratar a Salva Ballesta por motivos ideológicos ha demostrado que detrás de las cortinas pueden encontrarse más cosas que simples números o meros resultados. El conjunto gallego ha decido no contar con el ex futbolista en su cuerpo técnico por dos motivos: Por ser un “facha” en el sentido literal de la palabra y por evitarse a sí mismo y al propio Salva problemas con un sector de la afición. No se puede poner en duda la capacidad laboral y técnica de Salva Ballesta como segundo entrenador porque simplemente aún no ha tenido la oportunidad de demostrar sus virtudes o sus defectos. Aún otorgándole el beneficio de la duda a su capacidad profesional es lógico pensar que el señor Ballesta tiene la libertad, bajo el manto de la democracia, de contener y expresar su ideología y así mismo, el Celta también está amparado por la libertad de no contratarlo por ese motivo. Sería bastante chocante defender a Salva Ballesta por haber sido objeto de discriminación laboral por motivos ideológicos, cuando el propio ex futbolista ama a una institución como el ejército que por su propia naturaleza vital discrimina por razón de sexo, nacionalidad, edad, religión e ideología en la mayor medida posible que el sentido común le permite. Me gustaría saber qué diría el señor Salva Ballesta si hiciesen General a una mujer o si el ejército se minase de reclutas musulmanes, si dejasen incorporarse a filas a tipos con más de 50 años, o si el jefe del estado mayor del aire fuese un ecuatoriano nacionalizado. Lo que sí sé es que salva se ha adornado con un collar de perlas a lo largo de su carrera y afortunadamente, para bien o para mal, no han quedado en el olvido: