José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


17 de abril de 2012

La cara roja del Madrid

Cinco de la tarde y el tiempo no impidió que hincase sus rodillas sobre el albero descolorido por las sombras de una mala tarde de verano. Solo ante el peligro era la primera vez que verdaderamente se enfrentaba a sus miedos a sus más profundos nervios y a sus más reconocidos deseos. Mecía la capa con soltura mientras esperaba con una aparente tranquilidad la imagen frente a su cuerpo de una sombra negra contorneada en forma de miura. Aunque cercanos en el tiempo, lejanos en el recuerdo aparecían sudorosas las sensaciones de todos los novillos muertos al frío de su estoque que le habían llevado hasta ese momento. Lo anterior no servía ni contaba, había llegado un gran día…
La hora de la verdad se acerca porque se acerca la hora del partido en Alemania para el Real Madrid. Si podemos hablar de una verdadera y auténtica bestia negra que de vez en cuando asoma la cabeza por la historia del Madrid, tenemos que hablar por fuerza de Bayern de Munich. Jamás vi a la historia con un balón en los pies, haciendo abdominales o perpetrando una estrategia; porque la historia nunca juega ni a favor ni en contra, porque simplemente la historia no juega. Apenas habría un par de jugadores destetados de los que participarán en el choque de hoy que recuerden o conozcan como se fraguó la historia, la épica y la rivalidad entre estos dos equipos, y tampoco creo que les importe mucho porque asusta más el pie de un adversario que el color de su camiseta.
Lo único cierto es que el conjunto merengue se enfrenta por segunda vez en dos años a un equipo que utiliza la misma vara de medir que la propia. El año pasado intentó medirse al Barcelona y midió mal. Ningún equipo se paseó por alfombras de pétalos para alcanzar una final y tarde o temprano las bolas te privan de su divina protección. Al Madrid le llega la hora  de confesar quién es y a qué se dedica. Esta misma noche sabremos, lejos del mundanal ruido de la liga BBVA, si el Madrid estudia o trabaja, porque dentro de una semana conoceremos si se queda sin empleo o les privan de una beca.
Si un equipo se puede medir a otro con escuadra y cartabón son dos equipos que disfrutan de virtudes similares y el Madrid tendrá ante sí a su verdadero reflejo, a su homólogo en centro Europa, a su espejo más limpio y puntual. Benzemá o Gómez, Cristiano o Ribery, Di María o Robben, Muller u Ozil, Kedhyra o Swastaiguer, Alonso o Kroos, Casillas o Neuer. Será un choque de ganadores de duelos individuales, de aciertos y errores de hombres contra hombres, de poder a no poder. Porque quien vive del pasado morirá en el presente y se privará del futuro, ningún partido conserva precedentes y ningún balón dura eternamente para repartir miedos y ambigüedades.
En las últimas jornadas se analizan las virtudes y defectos de los Alemanes, se piden miedos por encargo y al mismo tiempo se reparten paquetes de optimismo. El ataque del Madrid da miedo ¿Pero da miedo su centro del campo? La defensa del Madrid intimida ¿Pero lo hace a balón parado? Solo los Muniqueses lo saben porque solo ellos racionan sus propias sensaciones.
A modo indicativo sería interesante recordar que El pseudo-alemán centro del campo madridista no es el centro que el Madrid quiso, sino más bien el que pudo. El verdadero objeto de deseo blanco eran Müller y Swastiguer y a la postre obtuvieron Ozil y Kedhyra, postre a la postre de buen restaurante pero de menú barato.
Cábalas anticipadas nunca fueron buenas cábalas y por definición no existe cábala a destiempo, por tanto resulta difícil aventurarse en las tinieblas de las notas y los resultados. Sin embargo, tengo la sensación de que si los equipos chocan en el centro del campo el Madrid se dará el chocazo, aunque hasta la hora del partido nadie sabrá la querencia nerviosa e inquieta de ese juguete caprichoso llamado balón. Como dije antes, no pienso en un enfrentamiento de posesión, ni de presión ni de estrategia ni de ambición; sino más bien de cuerpos contra cuerpos, de aciertos contra errores y de suertes contra suertes.
Aquí ya no sirven ni silbatos, ni silencios estampas, ni cortes de mangas, ni calderas en el infierno; eso solo suponen bobadas si en el otro lado de la balanza pesamos nervios, físico, aptitudes y aciertos. Que dios reparta suerte y si le apetece, justicia.