José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


22 de abril de 2012

Saltó la banca y quebraron las casas de apuestas

Todas las cuerdas de ese rincón yacían bamboleantes y manchadas de sangre, sudor y sufrimiento. Ninguno de sus ojos con mirada perdida podía desprenderse de la hinchazón que le estaban provocando todos los golpes que estaba recibiendo. Le pusieron la una banqueta blanquecina y quebrada de cascarilla e historia para soportar un peso pesado al que acababan de convertir en peso casi muerto. Mohamed sufría el primer revés de su carrera…
Ayer el Barcelona recibía por primera vez, incluyendo la pasada final de copa, el primer gran golpe doloroso de una andadura colosal que apenas había tenido síntomas de debilidad. Digo que es el primero porque se han dado una serie de circunstancias que en las ocasiones anteriores jamás habían hecho acto de presencia. Por si alguien tenía alguna duda, empieza a brotar la sensación de que el Barcelona no es una máquina sino que también está hecho de sangre, de carne y de huesos. Si vestimos a la divina providencia con un traje matemático podremos afirmar con certeza que si tiramos una moneda al aire un millón de veces, la mitad saldrá cara y la otra mitad cruz. El Barcelona desde hace mucho tiempo ha conseguido esquivar esta regla estadística y aún tan cerca de una derrota inesperada no sorprendería a nadie que siguiese protagonizando situaciones de fuga y escape mirando cara a cara a la escurridiza eternidad. Acaban de empezar a cotizar en bolsa una serie de valores que hace unas semanas ni los inversores más optimistas podían considerar. Es la primera vez que no vence en una situación de presión, es la primera vez que falla con justicia y es la primera vez que a mi juicio, Guardiola hace uso del derecho a equivocarse en un día de etiqueta y frac.

En la entrada de ayer os comentaba que era fácil ser valiente cuando se era tan superior y que incluso esa valentía, paradójicamente podría considerarse un acto de cobardía. Ayer Guardiola jugó al fútbol al tiempo que apretaba el gatillo mientras jugaba a la ruleta rusa. Ayer el entrenador del Barcelona escaló la auténtica cima de la valentía pero también se chocó de bruces contra la realidad el resultado. Si algo de entre incontables cosas hemos podido agradecer los admiradores del fútbol al entrenador catalán es que nunca  ha dejado nada para otra ocasión cuando la ocasión lo requería. El repertorio táctico del técnico culé se ha caracterizado siempre por poner a los mejores, adaptar la táctica a los mejores jugadores y mantener la indiscutible filosofía. Ayer quizás traicionó la alineación por hacer un brindis en honor a un planteamiento táctico que le podía salir bien pero que al final le salió mal. Me da la sensación de que el Barça comenzó el partido utilizando el plan B y ya, demasiado tarde, intentó poner en práctica el plan A. Desde luego yo veo la lógica de lo que intentó con Tello, Alves e Iniesta en la banda, abriendo espacios por el centro para aclarar las incorporaciones de Messi, Xavi o Thiago. Supongo que Mourinho supo reaccionar bien y reducir a lo mínimo posible los riesgos que podían ofrecer esa situación si despoblaba la defensa por la zona central y cubría en su defecto las bandas. Si dejamos al lado cuestiones disciplinarias o técnicas sería fácil con la poca información que manejamos decantarnos por la titularidad de Fábregas, arriesgar con Alexis y aventurar una posible redención de Piqué. Sin embargo, sus motivos tendrá, Guardiola tomó un camino criticable no tanto por los que jugaron sino por los que no jugaron y aún así tampoco sabríamos cuan equilibrada tendrían la mirilla ante la meta de Casillas.

A pesar de todo el Barcelona hizo lo suficiente para incluso haber ganado el partido, por juego y por ocasiones, y al mismo tiempo el partido mereció ganarlo el Madrid que no se expuso en defensa. Acertó el Madrid en tapar a Messi que solo apareció con intermitencia pero con mucho peligro. Mourinho puso, como suele hacer siempre, su destino en manos de la santísima trinidad. Defendió bien, minimizó al Barcelona y supo matar con la tripla que forman Benzemá, Cristiano y Ozil. Lo que otras muchas veces le salió mal a Mourinho ayer le salió Genial. Es la misma situación y planteamiento tan criticado otras veces y que en esta ocasión ha sido regado con el vino del triunfo.
Guardiola compareció con aparente fatiga en rueda de prensa y con cara de pocas renovaciones para poner finiquito a una liga que a día de hoy pienso que de verdad hace un mes la consideraba imposible y que hoy la considera sentenciada. Ni los propios futbolistas saben qué factura presentará esta derrota o victoria, según del lado que se mire, para la más importante batalla que aún queda por disputarse. Más que nunca, en una final de Champions, un equipo necesita que esté el otro, un entrenador a otro y una afición a otra; unos para espantar fantasmas de un manotazo y otros para reclamar a golpes de martillazos un lugar prestigioso en la escalera de los elogios del futbol mundial.

Ahora sí, con las polémicas arbitrales tan lejanas, parece que el Real Madrid espanta dudas sobre la legitimidad del título de liga que está a punto de levantar. Para ser sincero, creo, que la historia y el bienestar de esta sana rivalidad necesitaba que el Real Madrid le ganase al Barcelona para callar de una vez por todas, la boca de Mourinho, las absurdas excusas y sus ganas de enfangar. El mundo del fútbol dormirá tranquilo porque el Madrid mereció ganar, porque el culé sabe que hará falta mucho más que esto para que le quiten el trono y porque la guerra futbolística sin dejar de ser guerra toma el camino de la paz.