José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


6 de junio de 2012

Porcas miserias

La respiración empezó a interrumpirse de forma más periódica, mientras sus pulmones luchaban contra su mente por depurar su vida. Con los ojos fijados en aquel recuerdo, tan solo encontró fuerzas para intentar controlar su sistema nervioso a golpe de profundas bocanadas de aire. Aquella chica de ojos azules estaba aterrorizada.
Ahora que nos hemos dado cuenta de que no hay dos sin tres, y que seguramente cuando haya tres no habrá tres sin cuatro, empiezan a aflorar los típicos complejos que se apoderan solamente de la gente que tiene algo que perder. Recuerdo hace unos años cuando la selección española allá por los ochentas o noventas se desplazaba a algún país señalado por la mano de la FIFA para disputar una competición. En esa época los aficionados españoles basaban su optimismo más en la ilusión que en la realidad. Cierto es que siempre existe el pesimista por naturaleza, tachado de gafe y de persona avinagrada. Suele ser de avanzada edad. La despedida del combinado nacional subiendo al avión se parecía más al adiós de los marineros de un barco que se dirige a la batalla que la de un grupo de deportistas que buscaban la gloria. Aún teniendo siempre el mísero objetivo de pasar los cuartos de final, se hablaba más con la boca pequeña que con golpes en el pecho. En España mandábamos nuestra selección con la misma ilusión que un padre de familia desempleado rellena la primitiva o que un niño de siete años escribe la carta a los reyes magos en la misma familia. En este país no tenemos término medio porque hemos pasado de la ilusión a la convicción de que no hay dos sin tres.