José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


28 de octubre de 2013

Diagnóstico cobardía

Ya le han diagnosticado la enfermedad: Cobardía. En las próximas semanas podríamos asistir al entierro en vida del entrenador del Real Madrid, Carlo Ancelotti. Se le mantendrán algunas constantes vitales, Florentino mediante, y pasará el resto de la temporada como la pasó Manuel Perellegrini, eligiendo traje negro para la ocasión.  En la vida hay cosas que nunca cambian y en el Madrid hay figuras que nunca tienen la culpa de nada en un lugar donde jamás existió el color gris porque todo se balancea o en el negro o en el blanco. El problema del técnico italiano es pensar que solo tiene enemigos fuera mientras desprecia los más cercanos, a la postre siempre los más peligrosos.

Ancelotti se presento en el Camp Nou para intentar noquear al Barcelona de antaño en manos de un entrenador con una condición diferente. Ese fue su primer error puesto que Martino ya ha demostrado que no piensa quedarse de brazos cruzados mientras observa cómo se desarrolla libremente el estilo culé ante sus ojos. El Real Madrid cambió su fisionomía defensiva sin entender que el conjunto azulgrana había cambiado su fisionomía ofensiva. Primer golpe táctico que el técnico argentino mandó a la mandíbula del italiano. La preocupación madridista por el centro de su zaga le condenó, puesto que el Barcelona decidió volcar su juego por la banda izquierda. Neymar e Iniesta, sin necesitar la ayuda de Adriano se bastaron para poner en jaque la aportación de Carvajal. Mientras el centro de la defensa blanca era un desierto de jugadores azulgranas, Ancelotti acumuló tres centrales en un sitio donde no había peligro. El lateral derecho madridista fue notario del talento y la inteligencia de Neymar en el primer gol.

Es la primera vez que un entrenador decide prescindir del talento de Messi y poner al servicio del equipo el respeto que infunde su número galopando sobre el césped. Martino utilizó tácticamente a Messi porque no podía volcar el juego del equipo sobre  un futbolista que acaba de salir de una lesión y porque Ancelotti le había preparado una encerrona por el centro. El dios del fútbol mundial humanizado por una lesión. La fatiga física del astro argentino le llevó a la banda derecha y su sola presencia sentenció las subidas de Marcelo, que es el auténtico agitador de las ofensivas madridistas cuando se suma al ataque. Cristiano Ronaldo, solo en sus arrancadas contra Dani Alves y piqué se mostró impotente e inseguro a la hora de encarar.

Martino rellenó el centro del campo con la presencia de Fábregas logrando durante el primer tiempo una clara superioridad ante Khedyra y Modric que no pudieron entorpecer la zona de creación culé. Ramos en tierra de nadie se pegaba a Pepe y Varanne esperando las acometidas de un Messi que nunca pasó por ahí. A los centrales madridistas les contó su entrenador una película que luego no visionaron.

El subconsciente de Ancelotti le hizo cometer su segundo error. La dictadura del márquetin interno del Real Madrid maduró al técnico durante varias semanas para que incluyese a Bale en el partido aunque lo hiciese fuera de posición. El resultado: Di María sin apoyos por el centro y por tanto fuera del partido. Ancelotti no quería pero tampoco se negó. La sutileza de Florentino surtió efecto pero no surtió efecto la aportación del jugador.

Con el equipo condicionado desde la punta de ataque por la inclusión de Bale hasta el centro de la defensa, el entrenador madridista recobró el sentido tras el descanso, sacó del césped a Ramos y al futbolista galés. Con la entrada de Illarramendi se oscureció el control culé, con la de Benzemá aumentó la amenaza del gol. Martino respondió con el músculo de Song para cerrar el centro y con la velocidad de Alexis para cerrar el partido en una contra.

Demasiadas ocasiones de gol por ambos para una partida de ajedrez que se jugó desde el banquillo y que Martino ganó en el campo. Las decisiones tácticas y las consideraciones políticas de Ancelotti le condenarán a soportar el peso de la soga alrededor de su cuello. El técnico italiano no fue cobarde por jugar con tres centrales, porque a buen seguro su intención era avanzar con los laterales por las bandas. La cobardía de Ancelotti no radica en su estrategia, su cobardía radica en no haber enfrentado su sentido común a la sutileza mediática y contable de Florentino Pérez.
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