El derbi
madrileño que se disputará el próximo sábado en el Santiago Bernabéu le servirá
al Barcelona para una sola cosa: Ponerle cara a su verdadero enemigo durante
esta temporada. Imposible conocer la cábala correcta. Lo que tengo
completamente seguro es la necesidad de los conjuntos madrileños por ganar. Un
empate sería un resultado completamente inesperado y al mismo tiempo dejaría a
mi juicio la liga absolutamente sentenciada para los de Tito Vilanova.
Efectivamente, las tablas en el marcador, en el caso de que se desee matar lo
sentimental con las matemáticas, sería el resultado más interesante para los
culés.
El conjunto
blaugrana seguirá el partido atentamente, pues pase lo que pase, curiosamente, ha
de dejarle satisfecho siempre y cuando el Barcelona haya superado al Athletic
de Bilbao en su partido correspondiente. Parece increíble que aún no se haya
empezado a desperezar la temporada y ya ande despierta la calculadora desde
hace una semana. Desde que el Betis lograse tumbar al conjunto blanco en el
Villamarín se ha extendido la idea de que al conjunto catalán le convendría una
victoria Atlética. Si eso sucediese solo evidenciaría una cosa: El Atlético de
Madrid es equipo suficiente como para pelearle la liga al Barcelona. Seguiría
siendo una competición bipolar con un cambio de cromos. Muchos piensan que el
conjunto colchonero se ahogará en la orilla del Manzanares porque no tiene los
suficientes recursos para mantener la presión durante un largo período de
tiempo. Yo pienso lo contrario. El Atlético cuenta con un cuerpo técnico
excepcional, un equipo titular bastante compensado y una afición lo
suficientemente ilusionada como para presionar por la corona. Las rotaciones y
la dosificación de esfuerzos son la declaración de principios de Diego Pablo
Simeone, Radamel Falcao podría encargarse del resto. Todo esto podría
derrumbarse si el sábado pesa más la historia que el presente. El conjunto
rojiblanco decidirá en el derbi qué quiere ser este año.
Una victoria
del Real Madrid acercaría indirectamente la liga a Barcelona y muy posiblemente
se sacaría en procesión la tantas veces reclamada y poco efectiva “cofradía del clavo ardiendo”. Si el Madrid
vence, sus vecinos podrían hundirse en la miseria, pues el Atlético depende más
de su estado de ánimo que de sus propias capacidades futbolísticas. Si el
conjunto de Mourinho se agarrase a ese clavo, me da la sensación que tan solo
obtendría una quemadura, pues en estos momentos el Barcelona hace de su renta en
la clasificación una cifra insuperable. La insistencia del Real Madrid por
conquistar una liga que ya tiene perdida tan solo produciría un desgaste, una
tensión e impotencia que podría pagar en otras competiciones como la Copa del
Rey o la Liga de Campeones. De aquí a final de temporada, cada partido que el
Real Madrid juegue lejos de su estadio, como estamos comprobando, va a ser un
auténtico infierno; los que juegue en casa podrían ser dramáticos si tienen que
disputar una competición totalmente vacía. Si el conjunto merengue mantiene la
desventaja de once puntos tras el derbi, no tiene ninguna posibilidad. Ganar el
sábado tan solo le serviría si previamente pierde el Barça.
Seguramente
en las almas culés aún tenga más relevancia el peso sentimental que el
matemático. Pues después de llevar cuatro años acosados en la cumbre, después
de haber sido denunciados, calumniados, injuriados y maltratados por el
conjunto blanco a través del técnico portugués y de algunas decisiones
polémicas de la propia entidad blanca, nadie podría negar por evidencia
psicológica que puede ser un año glorioso en Cam Barça por su propio éxito y
por el hundimiento absoluto del más odiado rival. El derrumbe del Madrid no
equivale al éxito culé, sin embargo, los aficionados azulgranas podrían estar
asistiendo a una de las cosas que llevan dos temporadas esperando: Ver como el
Madrid acaba de ahogarse con su propia mano ante los ojos del mundo y con el
más doloroso ridículo. Ningún madridista, ni de a pie ni de palco, ha podido o
ha sabido parar lo que podría desencadenarse el próximo sábado en su propio
escenario, en su casa y ante el más doloroso rival posible. Pues el Atlético de
Madrid lleva acumulando desde hace una década una mezcla de odio, ganas, envidia,
ilusión, complejo y desesperación que puede saldar en tan solo noventa minutos
que realmente servirían más al Barcelona que a ellos mismos.