Mou, el bromista de la triste sonrisa

La lengua de Mourinho siempre comienza donde finaliza su mano. Pues parece ser que jamás se le ha visto solapar un problema con su sentido de la responsabilidad. El técnico portugués habla mucho del resto y poco de él, habla mucho de lo demás y poco de fútbol. En estos momentos, la técnica de responsabilizar a sus jugadores o a las malas artes del equipo rival se encuentra convaleciente por agotamiento sociológico. Mientras tanto, en el manual de instrucciones de la culpa arbitral se puede observar en letras mayúsculas: “SOLO PARA USO DOMÉSTICO. ES PELIGROSO SU USO EN EUROPA”. Cuando podría percibírsele como un técnico acorralado, lejos de dormir su boca, despierta su mente y no se le ocurre mejor idea que echar la culpa de todo a las maquiavélicas bolas del sorteo de Champions. Es curioso que haya ganado sus dos únicas Copas de Europa por el expreso deseo de la divina providencia, y ahora que le tuerce el camino, le clava una navaja criticando sus caprichos.

A nadie sorprendería que al entrenador del Bayern o Juve, terceros en su grupo, o incluso al del Milán, a cinco puntos del Málaga, se les cayese unas risotadas de la boca al oír al técnico portugués decir ayer en Alemania que “está claro que hay grupos de broma y otros como éste en el que un grande irá a la Europa League”. No seré yo quien se ponga el disfraz de obtuso para negar que a priori, el grupo D, donde se encuadra el Real Madrid, está formado por equipos de cierta entidad. Como tampoco nadie podrá negar que el Ayax no es el que era, el City no es el que parecía y el Borussia es el que no querían que fuera. Este tipo de declaraciones no son nuevas en el portugués, pues antes de lanzar sus sainetes al ámbito europeo, ya los había ensayado en la liga española, gozando de un territorio de prueba más doméstico, y si me lo permiten, del aplauso de un público más domesticado. Seguramente en el viejo continente no se estén preguntando, como tampoco lo haré yo, si en realidad hay grupos de broma. Más interesante sería preguntarse si en realidad lo que hay es un entrenador bromista.

Mientras los madridistas se dan golpes en el pecho por tener un técnico que dicta mentiras como puños, los culés se dan cabezazos en la pared por tener en frente un látigo ensañado sin motivos aparentes. La verdad es más reductible, pues para entender a Mourinho siempre hay que buscar la explicación más simple. La Navaja de Ockham aplicada al técnico luso solo puede mostrar que ni Mourinho ataca de forma tan sibilina y continuada por amor al Madrid, ni tampoco ataca por simple odio al Barcelona. De un personaje tan egocéntrico incluso sorprendería un acto de altruismo en favor de unos y un acto despreciable en contra de los otros. Un ególatra no se molesta tanto. Mourinho en su ataque bromista contra el grupo del Barcelona, no busca desestabilizarle ni cabrearle, pues como ha quedado demostrado en otras ocasiones solo logra perfeccionarle y motivarle. El único objetivo de Mourinho es ponerse una alfombra roja ante su propio éxito y una salida de emergencia ante el éxito de otros. Para aumentar sus éxitos minimiza al Madrid y para minimizar el éxito del rival, desprecia a los adversarios del Barcelona. Desprecia al Barcelona porque minusvalora a los rivales de su grupo y minimiza la plantilla del Real Madrid porque la pone al mismo nivel de sus propios oponentes. En este terreno pierden ambos clubes y solo gana él. Entre peor sea la reputación del Real Madrid frente a sus rivales, mayor será su éxito, pues va a parecer que si ganase la Champions con esos jugadores, lo haría con un equipo cercano a la categoría de “banda”. Si por contra la ganase el Barcelona, la “banda” serían sus oponentes entre los que se curiosamente podría encontrarse en un futuro el Real Madrid.

Pero lo más preocupante del tema no es que aumente la calidad de su grupo diluyendo a su propio conjunto y a los del grupo culé. Lo más triste de su sonrisa es que la porción sin cereza de la tarta se la come su ignorante club, pues golpeando el presente del Barcelona, al mismo tiempo golpea el pasado del Madrid. Ya que si resta méritos a las victorias actuales del conjunto blaugrana por encuadrarse en un grupo fácil, está al mismo tiempo restándole méritos a los actos de sus propios jugadores en las dos últimas campañas europeas, donde el club blanco disfrutó de un camino rosado hasta que cayó eliminado tras tocar la primera espina.

Si las frases del técnico luso pueden ser paradójicas dependiendo de si son oídas en Barcelona o en Madrid, no me cabe ninguna duda que a nivel europeo son interpretadas como burdos engendros de un hazmerreír.