La mayoría no quería utilizar guantes porque prefería sentir el férreo frescor que soportar las altas temperaturas que envolvían sus manos aquellos días de verano en París. Aún faltaban varias decenas de metros para acabar el faraónico icono francés y ningún obrero prescindía de la dulce sensación de pegar su espalda al hierro cada cierto tiempo, cada ciertos escalones, rodeados de remaches, planchas, esfuerzo y sudor. Lentamente, la Torre Eiffel se estaba construyendo.
El país ya puede dormir tranquilo porque según nos cuentan ya tenemos la certeza de que el Real Madrid está haciendo unas obras en el Bernabéu. Primera obra hasta el día 25, primera piedra para respaldar la mentira más absurda que le he supuesto a un dirigente de fútbol y primera muestra de infantilismo en la dirección del Real Madrid.
Si hubiese una clasificación de mentiras idiotas ésta de las obras ocuparía la pole como ópera prima. Porque las óperas primas de florentino no está cimentada con ladrillos sino con mentiras enfocadas para primos. No podíamos esperarnos menos de un dirigente como Florentino Pérez que ha dedicado su vida a amasar dinero a martillazos, golpes de grúa y sablazos bancarios al amparo de un bigote que se sienta a su derecha, tanto en el palco como en la política. Y no deja de ser curioso que Aznar se siente a su derecha cuando hace diez años parecía sentarse bajo él.
Si hubiese una clasificación de mentiras idiotas ésta de las obras ocuparía la pole como ópera prima. Porque las óperas primas de florentino no está cimentada con ladrillos sino con mentiras enfocadas para primos. No podíamos esperarnos menos de un dirigente como Florentino Pérez que ha dedicado su vida a amasar dinero a martillazos, golpes de grúa y sablazos bancarios al amparo de un bigote que se sienta a su derecha, tanto en el palco como en la política. Y no deja de ser curioso que Aznar se siente a su derecha cuando hace diez años parecía sentarse bajo él.
Siempre es reconfortante saber que el club más poderoso, antaño más respetado de este país, cumple sus promesas y justifica sus respuestas. A poca gente del fútbol importa si un equipo cambia una escalera, pone un Váter nuevo o reviste su entrada de solería, si pinta a mano o con pistola, si usa hormigonera o hace la masa a mano. Lo importante de las obras del Real Madrid no es cómo se hagan, sino cuándo se hagan y ver que se hacen. Supongo que un socio del Athletic, del Barça o madridista nunca se ha preocupado de una obra de su club más allá de la que pueda ser un periódico cambio de césped. Sin embargo, la excusa proclamada por el club merengue para no albergar la próxima final de Copa despierta morbo y pone a prueba creencias y credibilidades. Porque el Real Madrid se ha puesto solito en la diana de la credibilidad, y todo posiblemente por no ser claro y reconocer algunas que otras obviedades.
Dicen de los buenos mentirosos que cuando escupen una mentira, tienen que producir saliva suficiente para echar otras diez más que la puedan respaldar. El Madrid se podría haber ahorrado el primer intento, sencillamente diciendo la verdad. Y la realidad es que el club no quiere ceder su campo porque no quiere arriesgarse a que el Barcelona levante un título en su propio palco. Cosas de aficionados fanáticos con cargos directivos. Yo entiendo este tipo de posturas en los aficionados porque con estas actitudes se mantiene viva y se a alimenta al mismo tiempo una sana rivalidad. Lo que me parece más ilógico es que un hombre como Florentino, tan poderoso, tan superior y educado se vea abocado a inventar excusas infantiles, a ganar enemigos en Bilbao y a perder su amada pero no mimada reputación. Y el problema no es de fondo porque en mi casa mando yo, son más bien las formas y el desprecio infantil de poner una obra absurda en el tablero para no perder adeptos mientras se ganan enemigos. El Madrid no prestó el juguete alegando que está roto, que es como cortar el tráfico en la Gran vía porque se ha levantado un adoquín. En los últimos días con más indolencia que inteligencia se han empeñado en enseñarnos una obra más periódica que faraónica y más improvisada que programada. Sin duda unos arreglos a la poca altura de sus propias excusas. Manos a la obra y dinero a la cartera proveniente de los bancos, el presidente podría alimentar en los próximos días que no se puede realizar tamaña obra por falta de financiación y por el derrumbe de Bankía.
Ahora, con cuatro sillas quitadas y un váter sin retocar, deslizan pero no confirman, difunden pero no afirman, no niegan, pero tampoco desmienten ¿Queréis obras? Pues estas mismas ¿Necesitamos obras? Pues igual ¡Que soy presidente de ACS, que vendo obras al peso a quien las quiera comprar, que vendo mentiras sin huesos y a precio de necesidad¡ Aquí no se pita al Rey, pero aquí él tampoco se va a sentar. El Bernabéu clama por no ceder sus asientos de forma temporal, que lo dicen las encuestas ¡ Florentino¡ Que aquí no se jugará. Que hubo encuestas pro Pellegrini, se debieron extraviar.
Pareciese como si Florentino Pérez quisiese ser al mismo tiempo noche y día, blanco y negro, hombre y mujer. Da la sensación de que el mandatario blanco quisiera contentar al mismo tiempo a sus amigos y a sus enemigos, mantener contenta a la grada blanca perjudicando a otras y al mismo tiempo frotar las manchas para que se noten lo menos posible. Errores de un hombre que aún no es consciente de que no domina voluntades y albedríos que el dinero no puede comprar, que puede comprar palabras y bocas, pero no puede comprar la verdad. Definitivamente, Florentino Pérez ha pretendido negar con cortesía pero ha acabado mintiendo con muy poca clase para tener que seguir mintiendo más.