Ciclo y circo

Lentamente se abrió hueco entre la piel, cartílagos y huesos, ensanchando cada poro y reduciendo cada retazo de vida que iba encontrando a su paso. Aquella daga de empuñadura metálica y rígida como el destino apagaba poco a poco un futuro que mataba el pasado y desterraba el presente. Aquella daga era el arma para lucir una  traición.

Imposible para Guardiola se ha hecho su propio sueño de cumplir una salida amable del Barcelona de sus amores que ahora se han empeñado en convertir en el Barcelona de sus traiciones. Un entrenador que me la sensación, ha vivido permanentemente con el estigma bajo su nuca de una salida trasera e inmerecida del Cam Nou en su etapa de jugador, ha intentando por todos los medios evitar esas mismas sensaciones. No hay mejor fuente que la de agua cristalina y la más clara en el tema de Guardiola son sus propias palabras.

El técnico catalán hasta que él mismo nos diga lo contrario se ha ido del Barça porque estaba cansado y quería evitar el cansancio en los demás. Partiendo de esa premisa irrefutable que ha salido de su propia boca, me permito añadir a ese  motivo, otra razón que puede ser secundaria pero que en definitiva es razón universal: Salir de los sitios sin hacer más ruidos que la puerta grade que conduce a una salida modélica, honesta y triunfal.

La misma puerta que Guardiola ha utilizado para salir debería haber utilizado Vilanova para entrar. Porque introducirse en un sitio por el mejor acceso posible solo está al alcance de privilegiados con mucho que ganar y nada que perder. Sin embargo, a día de hoy, cuando el cuerpo del de San Pedor aún está caliente  y el de Tito aún no está presente, demasiados frentes se reparten los restos de una etapa mientras sujetan la daga y señalan su espalda.

Esa transición modélica que de un entrenador conduce a otro se ha convertido en un circo de barrio periférico donde ni siquiera los payasos se atreven a entrar. Tras la rueda de prensa donde Guardiola declaró su adiós, la inmensa mayoría de aficionados culés comprendieron su decisión y aceptaron a Vilanova con la convicción de tener en la propia casa al hombre que habría de liderar una difícil sucesión. Sin embargo, como suele ser habitual en estos casos y en este sitio, siempre es bastante conveniente mirar por la ventana para cerrar la puerta cuando cruce la acera un señor con maletín y sombrero cobrando a golpe de frac. No se me ocurre qué puede deber un técnico como Guardiola y un segundo como Vilanova, que han conseguido el mayor número de triunfos en la horquilla temporal más corta posible, amparados en una educación extrema y en una humildad tan sobrenatural que incluso a algunos por exagerada les parece mentira.

Pocas horas después del anuncio de la despedida de uno y de la llegada de otro ya empezaron las máquinas de facturar a clamar venganza. Porque esa máquina es así y funciona de esa manera. Primero se empuja la palanca y se busca la palabra, que en este caso es traición, luego se inventan las sensaciones y finalmente se encuentran gestos, caras y bocas para respaldar la información. Ya no hay liga ni polémica arbitral pero pocos parecen dispuestos a parar la moviola de gestos, caras, bocas, ademanes y órdenes cronológicos o minutos y por supuesto resultados. Porque aquí se analiza una mano de Guardiola en su pómulo con la misma concentración que un gol ilegal, o una sonrisa de Zubizarreta igual que un penalti no pitado, o un abrazo, una mano tendida o un hombro encogido como lo haría un exárbitro delante de un monitor.

Arduo y escabroso es el camino que Tito Vilanova tendrá que recorrer si del infierno quiere llegar a la luz. Porque ni tan siquiera ha dado una sola alineación, ni ha hecho un fichaje, ni ha tomado una sola decisión cuando ya es presa de caza mayor al que quieren convertir en presa del pánico para colgarle la etiqueta de traidor.

Aquí vale todo porque todo se vende y a buen precio señora, quién da más. Busque compare y si encuentra algo más sórdido, cómprelo. No hay sandías pero tenemos melones, acérquense señores, pueden tocar.

Todo vale para desestabilizar a un club que debería estar mimado entre algodones y que recibe cojinazos desde dentro y desde al lado, desde cerca y desde el exterior. Porque si la caverna existe, ha invadido Cataluña para crear intereses creados entre quienes únicamente debieran tener el interés por informar. En Madrid ya Guardiola no es falso y no merecía un final así, ahora es Vilanova el corsario que ha traicionado a su mentor. A rey muerto, nuevo rey que hay que matar. Mientras tanto, una vez que Rosell pierde a Guardiola como escudo impostado y protector ante las amenazas de Laporta, el señor, y digo señor por no perder el tono del artículo,  Salvador Sostres lanza una primera bomba de relojería en el palco del Nou Cam. Porque si todo vale en Madrid, también todo vale en Barcelona, ya que la guerra entre Laporta y Rosell ya se ha desatado y deja como primera víctima en la cuneta al propio Guardiola, que lejos de una salida discreta y pletórica, le dejan la puerta ensuciada y la alfombra rasgada utilizando a un señor que aborrece el ácido úrico y adora jóvenes rasuradas como si su físico le hubiese permitido elegir. Porque Sostres, azote de obreros y cazador de laicos, en otro más de sus artículos repleto de asquerosas ideas y peores intenciones, utiliza la reputación de su amigo Pep  para manchar la de Rosell aún a riesgo de manchar las dos.

Teniendo en cuenta los éxitos que Guardiola ha cosechado, el respeto que se ha ganado en el campo y fuera de él, los elogios interminables y los signos de admiración del fútbol mundial; después de ver lo que está sucediendo, efectivamente amigo Guardiola, entrenar al Barça cuatro años debe de ser una eternidad.