José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


29 de mayo de 2012

La Cosa Nostra no es cosa nuestra

Su piel aún permanecía suave y aterciopelada, ausente al paso del tiempo el brillo de su expresión despertaba el deseo. Tanta belleza desprendía su exterior que nadie osó cortar su primera capa para descubrir si aquella fruta, madura e intocada, engendraba putrefacción en su interior.
Tenemos la nueva versión 3.0 de la corrupción en el fútbol Italiano y esta vez la aventura se publicita a lo grande. Italia es un país que desde hace un siglo está ligado íntimamente a la corrupción y el fútbol no es más que un pasajero reflejo de la sociedad a la que pertenece y que en muchas ocasiones la sustenta a golpe de dormidina. La mafia a Italia es lo mismo que el té a Inglaterra o Los tulipanes a Holanda. Pareciese en numerosas ocasiones que estas materias autóctonas, estas etiquetas de prendas baratas fuesen los únicos artículos nacionales que no son exportables. En Italia también hay té, en Inglaterra también hay tulipanes y en los Países Bajos seguro que también habrá corrupción.
A veces me da la sensación de que cuando un escándalo de este tipo salpica a Italia, nos llevamos las manos a la cabeza en España porque esa “cosa nostra” no es cosa nuestra. Escándalo en Italia y los santos varones de nuestro país se apresuran a mirarse el pantalón, la camisa y la corbata para decir que menos mal que nuestro traje está limpio, no porque se lave con frecuencia, sino porque nunca se ensucia.
En este país, nadie quiere ser señalado con el dedo y quemado en la hoguera de las herejías por decir la verdad y no dejar en el saco roto las mentiras podridas.  España tiene la pócima mágica de la eterna limpieza porque pocos se atreven a poner en tela de juicio el poder de las mentiras. Aquí la ropa se lava a mano y las pequeñas manchas se limpian con un dedo mojado de saliva, la suciedad se esconde en los rincones y se usan prendas negras porque la suciedad apenas se nota. La piel de toro es color negro zaino y ha heredado la postura más cómoda tras cuarenta años de dictadura con la espalda en la cara de Europa. Aún no hemos podido desprendernos de esos complejos antiguos, amigos felices del todo queda en casa, del aquí te pillo y aquí te mato y de palabras tabúes con sotanas religiosas. Aquí todo se enjuaga en el río que ya la corriente arrastrará la suciedad. Porque las cosas del río, como decía Sean Penn en Mystic River, en el río quedan, porque ese es el sitio donde se limpian los pecados.
España es diferente porque vive en una realidad paralela que nos indica el camino para ser europeos a nuestra propia manera. Nosotros construimos nuestras propias normas legales y morales para saltarlas con la misma felicidad con la que previamente las hemos engendrado. Nosotros solo valoramos la etiqueta y el precio, el artículo no importa y la etiqueta de corrupción no es la nuestra porque va colgada de la manga de Italia. El precio que lo paguen ellos. Mientras tanto nos damos con el codo unos a otros al tiempo que observamos el espectáculo transalpino a la frase de mira que gente y mira que ejemplares somos. Y lo hacemos sin rubor, sin pensar que desde hace mucho tiempo estamos acumulando la mierda debajo de la misma alfombra que pisan nuestros negros zapatos.
En la liga española no hay corrupción porque simplemente no se investiga. Si hay algún indicio, se tapa; Si hay alguna prueba se desprecia; y si hay algún testigo se desacredita. Aquí los equipos norteños nunca empatan cuando lo necesitan, aquí el portero del Córdoba no se vende al Hércules para que no ascienda el Betis, aquí Jesuli y todo el Tenerife no se vendieron para que ascendiese el Málaga de Sanz y un largo etcétera que me da vergüenza hasta recordar.
Aquí hace 25 años España le metió 12-1 a Malta sin que nadie ose a tener el derecho a sospechar y aquí hace menos tiempo, Celta y Sevilla no descendieron a segunda B por no cometer lesa humanidad. Hace ya tantos años que apenas recordaba al tristemente desaparecido Mendoza cuando decía <<Nos vamos a comer a Jokey>>,  mientras él mismo y el resto de presidentes fraguaban el acto de corrupción más impune y más público que se ha visto en el fútbol español. Barra libre desde aquel día, el fútbol es fútbol y España es este país en el que la Liga de Fútbol Profesional estimuló el garrote, el alunizaje y el pasamontañas para que todo lo relacionado con nuestro deporte fuese más circo que espectáculo.
A los Italianos hay que criticarlos previamente para luego admirarlos, porque me resulta más que posible que en nuestro país haya estos niveles de corrupción pero me resulta imposible imaginar su castigo y persecución en una sociedad como la nuestra, que soluciona sus problemas con una palmadita en la espalda en lugar de usar la patada en la entrepierna. Después nos extraña que los franceses nos miren con sorna y desprecio por condenar el dopaje de otros mientras omitimos el nuestro. Porque en nuestro deporte la vida es bella y si no lo fuese, pues se cambian los cánones de belleza.
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2 comentarios:

  1. El día que menos nos esperemos, estalla la bomba.

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  2. Que buen comentario. Eso aplica no sólo para España, además hay montones de ligas que arrastran toneladas de corrupción.

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