Regreso al pasado

Aquel paraje parecía el mismo porque aún se podía apreciar el contorno de ambas orillas. Turbia y estancada permanecía el agua que antaño galopaba a lomos de aquel río imprevisible que a cada golpe de corriente traía nuevas vidas y nuevas sensaciones. Aquel manantial siempre fue el mismo aunque forjado por aguas diferentes.

Parece increíble que cuatros años después podamos observar a algunos aficionados, que lejos de tener vínculos sanguíneos o de parentesco con Raúl González, reclamen un puesto en la roja para el eterno capitán. Ahora puede entenderse cómo alguien llega a ser eterno aún teniendo la condición de mortal y sin haber bebido una sola gota del Santo Grial. Supongo que debe ser una espina difícil de sacar cuando alguien identifica a un equipo únicamente con un jugador, con una capa de torero y el número siete a la espalda en exclusiva. Yo pienso que Raúl ha sido el mejor jugador español que he visto y al mismo tiempo creo que la selección ha tenido jugadores más importantes que él. Nunca sabremos si la ausencia de Raúl fue casualidad o fue motivo para que España ganase la pasada Eurocopa, lo que sí está totalmente claro es que la ganamos sin él y con un juego escandalosamente bueno. Casi insuperable, diría yo, y nunca más visto hasta la fecha.

Para algunos aficionados, aunque parezca increíble, el mayor mérito de Luis Aragonés como seleccionador no fue ganar la Eurocopa de forma admirable, sino dejar a Raúl en Madrid y acabar con un mito. Para otros fue su mayor error porque Aragonés tomo una decisión para la que hay que estar muy preparado, muy seguro y con el cinturón bien abrochado. Agárrese que vienen curvas, porque la campaña de desprestigio, insultos, sutileza mal intencionada y odio que despertó el sabio de Hortaleza no tuvo límites. Entre aficionados y periodistas, entre jugadores y columnistas. Obviamente, aún quedan ciertos personajes que se resisten a admitir sus errores, pedir disculpas y por supuesto se niegan a tragarse sus palabras porque aún les dura el dolor de estómago por el triunfo español en 2008. Desde luego, Luis tuvo arrestos y para ganar y ganar y volver a ganar se vio obligado a cargarse al 7 blanco. Yo, sinceramente pienso que Raúl se quedó fuera más por motivos empáticos y sociales que por motivos deportivos. En esa época podría entenderse que Raúl no fuese titular, pero deportivamente estaba para ir convocado. Esto solo induce a pensar que Aragonés vio con claridad que esa no era la España de todos sino el cortijo de unos pocos. Eso le suele ocurrir a muchos futbolistas cuando no saben administrar bien los elogios, o los egos que diría Luis. Cuando alguien no sabe controlar su ego, siempre llega alguien que lo administra por él a golpe de mazo. Aragonés no solo ganó el campeonato, sino que intentó impulsar una nueva forma de seleccionar, basada en todos los aspectos que rodean al fútbol y desterrando los prejuicios impostados que siempre nos han conducido al fracaso. Consiguió quitar de la puerta de la roja el cartel de casa de citas y dorsales impulsados por decretos de la grandeza regalada para dar paso a un equipo sin nombres repleto de grandes hombres.

Aragonés allanó el escabroso camino para futuras convocatorias de futuros seleccionadores. Soportó por unos meses el peso que ninguno de sus antecesores quiso llevar sobre sus espaldas y asumió la herida con cicatriz de cambiar un modelo deportivo y cerrar un manual putrefacto que solo abren los seleccionadores sentados en el sillón de la cobardía haciendo alineaciones a base de recortes de prensa.

Cuatro años después, Del Bosque vuelve a tentar el manual de los recortes de prensa para estancarse en una forma de gestionar la roja que solo un hombre pudo modificar. Porque la selección vuelve a dar ese mismo tufo que dio antaño, ese mismo olor al que huelen los cotos privados de caza en el que solo usa la escopeta el señorito y que a veces la toca el secretario para cargarla. Me da la sensación de que España necesita más cambios que diplomacia. Porque ya empiezan a verse los primeros dorsales otorgados por la gracia de dios, esos que se ganan con el tiempo y no con el talento. Esta vez no tenemos un problema de egos, sino que diese la sensación de que la cabra tira al monte para tropezar nuevamente con la misma piedra. Empieza a fraguarse un problema que solo puede ser tapado con coronas de laurel. Del Bosque se acomoda amparado en no tocar lo que funciona pensando que tampoco es necesario arriesgar con lo que podría funcionar mejor. Para el Marqués, el mundial fue perfecto, nada falló y todo salió bien porque se ganó. Es la típica mentira podrida que solo suelen ver los grandes entrenadores y que pocas veces vemos los aficionados. Para mí, el grandioso mundial solo fue otra etiqueta más, arrastrada por el eslogan del tiki taka Aragonés más que por la excelencia en el campo. Ganamos un mundial por la mínima con un juego doblepivotante entre el fútbol que gusta en Italia y el que siempre persigue Brasil. Pareciese como si Del Bosque tuviese la obligación moral de afrontar el mismo problema que le echó del Madrid y que previamente solventó aragonés con la diferencia de que antaño los jugadores eran los que se agarraban a un número que no querían soltar por considerarlos en propiedad y ahora es el seleccionador el que reparte las camisetas como lo hace Papa Noel en Navidad.

Raúl y otros cuantos salieron de la selección a golpe de zapatones mientras del Bosque parece haberse empeñado en adoptar la postura de un castizo Lord inglés amparado en hacer retroceder al estatus quo que sufrió la selección hasta hace 4 años porque si España no gana la Eurocopa tendremos los Salgados, Cañizares y raules particulares con nuevos rostros que algunos han echado tanto de menos como otros hemos echado de más.