Cruzcampo, Adidas, TORRES, Chevrolet, Iberdrola…

Mano sobre mano intentaba retener la arena amontonada con el esfuerzo de todo un atardecer. El agua, empapada de sal, conchas y restos de sedimentos luchaba por alcanzar su meta y abrazar su destino suspirando entre olas de una ley natural. Las manos de aquel niño ya no podían retener la fuerza del mar que consumía entre sus dedos los restos de aquel castillo elaborado de forma artificial…

Acabó la Champions y dejó la guinda para el Chesea que terminó devorando a los alemanes de Múnich. No sé si algún inglés habrá quebrado alguna casa de apuestas, pero de lo que sí tengo constancia es de que no hay nada metafísicamente imposible cuando se desarrolla una actividad que a veces no parece estar regida por la física, sino más bien, entregada a los caprichos de algún ser divino y travieso empeñado en hacernos creer que este deporte llamado fútbol es cada día más ingobernable. Regido por el caos y manejado por la divina providencia que esta vez le mostró los dientes para sonreír, el Chelsea es el nuevo campeón de Europa por méritos propios y por deméritos impropios.

Caudillado por un jugador de 34 años que está desafiando al tiempo y a la erosión de su propio físico, el conjunto inglés encontró en Drogba ese clavo ardiendo que le talló la copa con un martillo de goles y a base de fuerza mezclada con elegancia. Lejos, muy lejos de ser un auténtico crack ha quedado Robben, cuya foto junto a un trofeo empieza a  estar más cotizada que la de Julia Roberts en topless retozando en una cala de las Barbados. Deberían darle el premio al jugador idiota del año por anteponer su afán de protagonismo a su verdadero talento, que es mucho, pero no el suficiente como ha quedado demostrado en varias ocasiones. Posee el desparpajo y el egoísmo de un número uno, pero no pasa de ser un número cualquiera más. Ahora me río incluso más que aquellos días en que se emitían reportajes comparándolo con Messi mientras se paseaba con su zapatito de cristal en la cara del Real Madrid. Como ha quedado demostrado, su espalda no es lo suficientemente ancha como para soportar el número uno, su ego sí. Quien dome su rebeldía y su soberbia, encontrará un filón.

Mientras ha pasado todo esto, también hemos apreciado que Fernando Torres ya ha encontrado un club que le haga campeón. Lejos de la postura más natural de un auténtico genio del fútbol, ha recorrido con su cuerpo los equipos ingleses del momento no para hacerles campeón, sino para que los equipos lo hagan a él. Eurocopa, copa del Mundo y Champions, adornan el currículum del jugador más adornado que ha visto la historia del fútbol mundial. Si un extraterrestre viese un partido de Torres al azar y posteriormente consultase su sala de trofeos en la red, o bien pensaría que somos todos idiotas o que le falla el Internet.

A una semana para que del Bosque publique la lista definitiva de convocados para disputar la próxima Eurocopa, Torres presenta su candidatura a la selección con una bandera de española enredada en su cintura en lugar de utilizar un balón en los pies. Lo curioso de este tema es que incluso el chaval me cae bastante bien, porque no le voy a negar su auténtica madurez fuera del campo, su sensatez e incluso la honestidad que demuestra en sus declaraciones, aunque esta vez la haya traicionado con su gesto de izar la bandera sobre su propio cuerpo. Yo no soy ese tipo de personas que siempre quieren acertar pensando mal, yo lo único que intento es simplemente acertar y en este caso mi intuición basada en otros hechos anteriores muy similares me dice que en la próxima semana vamos a contemplar muchísimos reportajes con la cara de Torres incrustada de forma subliminal. A partir de este momento empezaremos a ver anuncios de patrocinadores de la selección española por televisión y entre ellos veremos a Fernando Torres como otro producto más que hay que poner en el mercado para que el señor Del Bosque lo pueda comprar. Busque, compare y si encuentra a otro mejor, cómprelo. Cruzcampo, Adidas, Torres, Chevrolet, Iberdrola… Aunque lo anunciará hoy el trabajo de baño y masaje ya está hecho y solo queda completarlo con la última campaña de márquetin para justificar su incorporación o en caso negativo ajusticiar a del Bosque por su decisión. Veremos.

Torres se ha convertido en esas máquinas de cocacola impuestas en medio del pasillo que los protagonistas de la película recorren mientras se paran junto a ellas para encender el cigarrillo. Publicidad subliminal que algunos productores se ven obligados a imponer a los directores.

Lo siento por soldado, Negredo, Michu, joder hasta por Rubén Castro y Adrián, que aunque éste último tuvo ocasión en la Uefa no tuvo departamento de márquetin que le dijese qué bandera debía sacar en la final. Cosas de la mercadotecnia, Torres tiene a día de hoy mejores competidores en su horquilla de mercado, pero no tiene competidores en el mundo de la publicidad. Ya huele mal el hecho de que un jugador necesite los servicios de una empresa de márquetin en exclusiva para repartir sus virtudes a los cuatro vientos por si alguna vez como ahora tiene que capear el temporal. Que no se confunda nadie, que no le prestan sus servicios para que Pesi le contrate a la hora de anunciar, sino que la empresa se dedica a alargar y ensanchar su esbelta imagen por el mundo mundial. Hasta ahora conocíamos la propaganda política, la institucional y a partir de Torres también somos testigos de lo que se llama autobombo de toda la vida o propaganda personal.