José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


2 de abril de 2014

El minuto 70



Gerardo Martino ha debido de dormir muy poco la pasada noche, le presupongo encogido bajo el edredón con sudores fríos y pesadillas inconexas con el resultado de su equipo. Ayer, durante el partido, se vio obligado a realizar una sustitución antes del minuto setenta. Gerard Piqué daba un espaldarazo sobre el terreno de juego cuando solo se habían disputado diez minutos y el Barcelona tuvo que introducir a Bartra en el campo, un hombre sin nombre, pero en definitiva un hombre. El problema no era la sustitución en sí, no era la pérdida de Piqué y la presencia del joven Bartra, el problema es que había de producirse antes del minuto setenta, lo que sin duda ha debido significar un auténtico sacrilegio en la mente del entrenador culé. No se me ocurre ningún motivo lógico para que el Tata intente evitar por todos los medios las sustituciones de carácter técnico antes de ese fatídico minuto. Quizás el minuto setenta simbolice una barrera supersticiosa en el entorno del preparador argentino, otro polo verde pistacho despojado del cuerpo y aplicado al juego. Quizás si Piqué hubiese volado sobre Diego Costa en el minuto setenta y uno, Martino podría haberse evitado una noche de perros con toallas húmedas en la frente y vasos de agua sobre la mesita.

La cuestión es que mientras el Barcelona completaba un partido desordenado y caótico contra un equipo duro de verdad pero inocuo en ataque, el entrenador azulgrana limitó su repertorio táctico a cambiar la banda de Neymar en varias fases del encuentro. La sospechosa preocupación de Martino en las acciones ofensivas de su equipo parece tener como principal protagonista al brasileño y no a Messi o Iniesta. Ese sería el verdadero clímax del entrenador argentino, poder situar a Neymar en la banda derecha y a Iniesta como delantero por la izquierda, Fábregas en el centro del campo junto a Xavi y Busquets, pero las conclusiones parecen llevarle la contraria. El delantero carioca no rinde absolutamente nada en la derecha, Iniesta no es un futbolista para crear espacios, sino para encontrarlos y Fábregas solo luce cuando se acerca al área como falso delantero centro y no como falso centrocampista. No hay nada malo en reconocer que Guardiola dio con una fórmula hace cinco años que aún nadie ha conseguido cambiar, ni siquiera él mismo a pesar de los intentos en sus últimos coletazos como entrenador blaugrana.

El equipo culé es como un laboratorio en el que se prueban todas las hipótesis al alcance, pero el resultado siempre acaba siendo el mismo a final de temporada. Quizás la fórmula sea tan simple como inmejorable. Ni siquiera el técnico de San Pedor logró esquivar el trío formado por Busquets, Xavi e Iniesta en el centro del campo y el trío Messi, Pedro y el de turno en el ataque. Nadie ha sabido encontrarle el puesto a Cesc y nadie ha podido relegar a Pedro, quizás Martino sea algo más tozudo en sendos objetivos. A estas alturas hace tres años, Ibrahimovic ya había probado en no pocas ocasiones el sabor del banquillazo en beneficio de Bojan. Por no hablar del ostracismo al que quedó relegado Fábregas en los partidos importantes, sin demasiada anestesia, eso sí. Por supuesto que es bastante doloroso contar con jugadores de semejante talento viendo los partidos desde el banquillo, pero es aún más doloroso contemplar cómo se quiebra el beneficio colectivo en favor del individual.

A estas alturas de su carrera, Cesc Fábregas ya debería haberle usurpado el puesto a Xavi Hernández en su galopante declive. Si Cesc no va a ser Xavi, Cesc puede que le sirva a la selección, pero de ninguna manera hasta el momento le ha servido de mucho al Barcelona. Para que juegue Cesc en cualquier sitio, Martino desplaza a Iniesta de su posición más dañina y para que juegue Neymar deja a Pedro en el banquillo. Ni siquiera cuando llega ese derroche de cambios, ese momento de tímida reacción que marca el temido minuto setenta de Martino, Pedro logra encontrar la confianza del cuerpo técnico. Alexis es un jugador complementario en la plantilla azulgrana porque posee  características distintas a las del resto de sus compañeros en el ataque. Sin embargo jamás es utilizado como un enfoque diferente, sino que pretenden integrarlo en el juego del equipo a pesar de que carece de las virtudes técnicas necesarias para desarrollar un fútbol asociativo. Su presencia en el campo no sería tan desesperante si Pedro no se hallase en el banquillo.

Martino es el único entrenador conocido que se aleja del intervencionismo porque cada decisión a tomar parece pesarle como una losa. Prefiere tomar las decisiones obligado por las desventuras de los encuentros que tomar la iniciativa por terror a equivocarse. Como si el amplio abanico de alternativas que ofrece la plantilla del Barcelona le condujese al bloqueo. Su aportación táctica se limita a dictar la alineación inicial y a alimentar su propia tozudez hasta el final de los partidos. Ayer el Barcelona dominó el balón pero jamás controló el partido, que solo se le puso de cara cuando el caos de las acciones individuales determinó el empate. Los jugadores no reaccionaron con los tímidos cambios tácticos de Martino, ni con la entrada de Alexis, el equipo solo lo hizo ante la adversidad del resultado y jamás de forma colectiva. El Barcelona logró empatar el partido porque tiene mejores jugadores que el Atlético de Madrid y el Atlético de Madrid no perdió el partido porque tiene un estilo más sólido y las ideas más claras en el banquillo y en el campo.
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