José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


7 de marzo de 2014

Recostados en el túnel de vestuarios



Quedan tres meses de competición y pase lo que pase, el Barcelona debería cambiar el enfoque de su plantilla para la próxima temporada. Si el conjunto catalán gana la Champions debería modificar la fisionomía de su plantilla, así como si gana la Liga o los tres títulos por los que lucha. No importa el resultado, que puede depender de tener mayor o menor fortuna,  porque a lo largo de la temporada ya se ha podido apreciar una fina lluvia de debilidades que desde hace un par de años agrietan el vestuario culé. Cada vez es más notoria la irrelevancia deportiva que algunos jugadores aportan al combinado azulgrana. Son futbolistas que no han alcanzado las expectativas técnicas y estratégicas para las que fueron contratados. Definitivamente no mejoran lo que había y así mismo poseen el talento y la energía suficiente para desarrollar todo su potencial en cualquier otro equipo. Sus sueldos millonarios apagan los sueños de desconocidos canteranos y esconden las miserias de despachos a través de propaganda, renombres, extensos currículum internacionalidades y bajos riesgos directivos. Hacer alardes bancarios es una forma de soltar absolutamente toda la presión sobre el cuerpo técnico y jugadores. Es como si el directivo evadiese su responsabilidad y limitase sus funciones institucionales a gastarse el dinero, y si la operación sale mal a entonar la canción del “a mí no me miréis”.

El Fútbol Club Barcelona debería huir lo más lejos posible de la traicionera teoría de fichar a caros jugadores de refresco para intocables titulares. Y emplear los recursos económicos disponibles en superar lo que se tiene o tener la paciencia suficiente para esperar a los canteranos que vienen. La mayoría de las últimas contrataciones culés han supuesto un derroche de dinero para el club y un desperdicio de minutos y talento para los propios jugadores. Para suerte del deporte, rara vez se traduce en triunfo estirar la chequera sin antes mirarse la mano. El club azulgrana dispone de los mejores ejemplos sin salir de su propia historia porque hay ocasiones en que es preferible mirar hacia atrás antes que mirar al lado. Desde hace unos años parece que se ha impuesto en el entorno azulgrana un nerviosismo insuperable por los fichajes ajenos. Un vicio caro y un mimetismo absurdo que inducen a los directivos y entrenadores de turno a comprar porque es más sencillo y populista que esperar a las promesas. El estilo del Barcelona es la moda y sin embargo en el propio club se está apreciando una postura hedonista cada vez que aprieta el calor porque es necesario ilusionar al aficionado con una compra de renombre por desproporcionada que sea. Recuerda a esos trabajadores agotados que se marchan de viaje en vacaciones con el único objetivo de contar sus peripecias estivales a sus compañeros de trabajo. Como si fuese una norma patronal viajar en vacaciones, emborracharse en Nochevieja  o fichar a bombo y platillo en verano.

La directiva culé debería tener un paraíso en ese sentido, pues en definitiva se supone que la política de cantera es la piedra angular de la filosofía. Nadie debería decirles nada por diseñar un proyecto deportivo lento pero continuista en lugar de comprar uno nuevo. De poco sirve contratar jugadores al peso económico sin antes analizar las verdaderas necesidades deportivas. Pero es muy difícil resistirse al embrujo monetario, si no, fíjense en Florentino, aclamado y venerado por el dinero que posee en lugar de por el mensaje que predica. O la inversa, recuerden a David Villa, que ha visto lastrado su rendimiento deportivo por su peso económico.

Pero no solo es una cuestión de calidad, sino también de cantidad. Ojo, que la manía se vuelve traicionera. Se desea a los mejores jugadores, necesidades al margen, y entre más jugadores mejores, mejor. Después ocurre lo que le está pasando a Martino, que antes de salir al césped no sabe adónde mirar cuando aprecia a tanta estrella recostada en los pasillos del túnel de vestuarios. Empiezan las presiones presidenciales, solo basta una mueca, luego viene el reclamo de minutos por parte del seleccionador, la prensa lo incluye en sus preferencias, tras la comida le llama el representante y por la tarde Martino hace la alineación para Anoeta doblegado por una mirada triste del jugador.

El Barcelona no solo debería plantearse un cambio de cromos en determinadas posiciones, sino que debería reforzar algunas y desatascar otras. Y no debería esperar a final de temporada, sino que debería hacerlo ahora cuando se muestra la auténtica realidad desmaquillada de resultados. Ahora que una contratación no supone un rédito electoral, porque elecciones habrá, y ahora que Martino no ha despejado la duda de su continuidad.
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1 comentario:

  1. El Barça se ha reforzado mal, pero con la calidad de esta plantilla se pueden ganar títulos. Ganaron la Champions el Inter y el Chelsea con peores plantillas. Simplemente se ha de adoptar la forma de juego a los jugadores actuales y su estado físico.

    El 4-3-3 actualmente es un suicido y como ya predije, por desgracia, no se ganará nada si se empeñan en seguir con ese sistema tal y como está el equipo:

    http://marbcn2510.blogspot.com.es/2014/02/4-3-3-suicida.html

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