Algunos no se quieren enterar

El motivo de las declaraciones tras el clásico de Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos obedece más a cuestiones psicológicas que futbolísticas. El jugador portugués ya había comentado con anterioridad, tras la lesión de Jesse, que hablaría el domingo tras el clásico, por tanto tenía complicado esconderse. Sergio Ramos (3 ligas y una copa en 10 años), que ansía ser una especie de Fernando Hierro aflamencado, aunque carezca de su currículum y su carisma, tampoco tenía fácil evitar las declaraciones ante los periodistas. Ronaldo solo tenía que elegir la forma de hacer el ridículo, tenía la opción de hacerlo dejando que le preguntasen por la actuación de Messi y la suya propia durante el partido o tenía la opción de evitar dicha comparación hablando cínicamente de la actuación arbitral. Como todos pudimos comprobar, de forma incomprensible, en un acto de cobardía que ya cuenta con demasiados precedentes, parece evidente que Ronaldo teme más a Messi que a los árbitros.

Lo del central sevillano no es de cobarde, es de insuficiente. Si el Real Madrid quiere buscar tras su derrota un culpable diferente al Barcelona, ha de encontrarlo principalmente en Sergio Ramos. Se cargó las posibilidades que su equipo pudiese tener en ese momento de ganar el partido y darle un codazo definitivo al conjunto catalán. El defensa blanco se ha convertido en un inútil temerario dentro de las áreas cuyo mayor mérito hasta la fecha es haber sido expulsado 19 veces cuando en realidad podrían haber sido 39. Eso es lo único que heredó de Hierro. Algunos futbolistas merengues, acostumbrados a jugar con un reglamento especial contra Betis, Elche o Granada, no logran entender que cuando se enfrentan a equipos con el mismo patrimonio social se juega con el mismo reglamento y en igualdad de condiciones arbitrales previas.

Casi parafraseando a Mourinho, tras escuchar perplejo las declaraciones de ambos futbolistas criticando a Undiano Mallenco, podemos decir que existen tres tipos de futbolistas en relación a la polémica arbitral: Los que se quejan cuando les perjudica el árbitro, los que nunca se quejan y los que se quejan porque no les benefician lo suficiente. Los lloros de ambos futbolistas ante los medios obedecen a un trauma que a estas alturas resulta imposible de superar. Las cuentas que Ronaldo se hiciese al principio de su carrera solo le salen a nivel económico. Aquellos sueños que el portugués pudiese tener, aquellos plácidos paisajes levantando Champions mientras era aclamado por la unanimidad informe de la masa rendida a sus pies por ser el mejor jugador de la época son devorados una y otra vez por la imagen de un jugador enjuto con cara de limpia botas. Algunos quieren que CR7 devuelva el balón de oro, yo soy de los que piensan que los regalos no se devuelven.

Los futbolistas se han quedado solos en sus declaraciones porque incluso la prensa más afín se ha negado a dar demasiado crédito a una nueva fantasía de los jugadores madridistas. Ni los periódicos portugueses comprenden la reacción de su compatriota más famoso al entender que esconde la superioridad del rival manifestando la inferioridad del árbitro. El Jefe de comunicación madridista, el ínclito Carlos Carbajosa,  debería haber dimitido por permitir que dos de sus jugadores más representativos, por muy traumatizados que estén, hiciesen el ridículo ante los medios de comunicación mundial.

Algunos no se quieren enterar de que los jugadores blancos están pidiendo ayuda al estamento arbitral porque sus facultades futbolísticas son insuficientes. Llegará el día en que la Federación Española de Fútbol o la UEFA se queden sin árbitros que sean del agrado madridista porque lo que busca el club no es un arbitraje que no les perjudique, sino un arbitraje que les beneficie.