El cuarto comensal

Jamás pensé que los gustos culinarios de personas relacionadas con el mundo del fútbol tuvieran tanta importancia como para abrir un informativo deportivo en una cadena nacional. Platos vacíos, mesa y copas de agua sobre un mantel vasco han servido para alimentar las fantasías más perversas de algunos profesionales de la información. España es un país acostumbrado a cerrar negocios (aquí podría acabar la frase), no en la sala business de un aeropuerto o en el acomodo del hall de un hotel. Para qué utilizar las instalaciones de las empresas interesadas o la sala de reuniones de un consejo de administración. Aquí, en España, lo lógico es hipnotizar y acrecentar las debilidades de tu interlocutor a base de surtido de croquetas errazki, dorada asada a la bilbaína o escalopines de ternera a la parrilla. El único acto romántico que Florentino Pérez ha dejado para el mundo del fútbol lo escribió en una servilleta de tela con una mesa y un mantel como testigo. Le preguntó a Zidane en el idioma del amor si quería jugar en el Real Madrid y el francés le respondió en el idioma del dólar que “yes”. Quién sabe, quizás Zidane decidió su futuro sin ser consciente que estaba siendo objeto de la manipulación culinaria, del olor a lubina horneada o del sabor afrutado de su bebida. Yo pensaba que el hambre agudizaba el ingenió, de ahí que siempre haga mis declaraciones de la renta en ayunas, pero visto lo visto, quizás muestre mejores resultados ofrecer una sopa de ajos al funcionario en el bar de enfrente.

Cuatro árabes se sientan una tarde a fumar grifa en un hotel
de Kuwait y sube el precio del petróleo en medio mundo, los taxistas se ponen en huelga y los transportistas tienen que vender la camioneta. Zubizarreta, Valdano, Bielsa y Segurola se sientan a comer en Bilbao y acto seguido Ander Herrera será nuevo jugador del Barcelona, Muniaín es el patito feo de su entrenador y Vilanova está siendo traicionado por su director deportivo mientras se recupera de su enfermedad en Nueva York. Lo más normal es que no ocurra nada de eso, lo lógico es que en alguna redacción periodística, alguno se haya marchado al trabajo sin comer y con el estómago vacío se haya puesto a fumar grifa. Que no teman los taxistas de Teruel, no subirá el precio del petróleo porque un periodista le haya dado unas caladas al cigarro sacrílego; y que no teman en Bilbao, no creo que Ander Herrera y Bielsa se vayan al Barça la próxima temporada con Zubizarreta traicionando a Vilanova.

Qué hubiese tenido de malo el hecho de que Vicente del Bosque hubiese recogido el guante que le lanzó Ángela Merkel cuando insinuó que el seleccionador español es un hombre con el que le gustaría cenar ¿Acaso habríamos de sospechar tras la cena que el bueno de Don Vicente será el próximo canciller alemán? ¿Deberíamos despreocuparnos, pues, por los recortes económicos exigidos en Europa? ¿O habríamos de preocuparnos porque la canciller alemana pudiese convertirse en parte del cuerpo técnico de nuestra selección nacional?

La única realidad de la comida en Bilbao es que se pusieron a entablar conversación cuatro hombres que tienen demasiadas cosas en común. En primer lugar, se sentaron a la misma mesa cuatro personas que acaban de rodar parte de un documental, dos vascos y dos argentinos. En segundo lugar es lógico que hablasen de fútbol, no pienso que el centro de la conversación fuesen las nuevas tendencias de la futura temporada del diseñador David Delfín. Y en tercer lugar a todos les une un gusto exquisito por el buen fútbol y la cocina.

Sinceramente, ni siquiera a Bielsa en su condición de “loco”, se le ocurriría empezar un plan profesional en presencia de un periodista como Segurola y de un declarado madridista como Jorge Valdano, por mucha amistad que les una. El problema de todo esto ni es Valdano, ni Bielsa, ni mucho menos Zubizarreta, el problema es el cuarto comensal, Santiago Segurola, Su pecado se reduce a despertar envidias, codearse con la élite ideológica del fútbol europeo y amar como pocos una filosofía de juego puesta en tela de juicio en la capital de España. Segurola es un peregrino en tierra de infieles. A Valdano no se le mata por no servir al Madrid, se le mata por admirar al Barcelona. A Marcelo Bielsa se le critica por ser amigo de Segurola y al propio Segurola se le critica por ser el supuesto anfitrión de una tertulia eterna de fútbol de verdad.