José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


16 de enero de 2013

Atracos de guante blanco


Cuando terminó el partido entre el Real Madrid y el Valencia disputado ayer en el Santiago Bernabéu tuve la misma sensación que Roberto Soldado: “he tenido un dèjá vu”. A medida que se acumulaban los errores arbitrales a lo largo y ancho de todo el encuentro, me dio la sensación de estar viendo un partido de liga de la pasada temporada. Algunos reclamaban al Real Madrid de hace un año y ya lo tienen, ese equipo victorioso, pegador y sin centro del campo que batió records. Como ha quedado demostrado en múltiples ocasiones, para el Real Madrid con su técnico a la cabeza es más importante un banderín que un balón o un silbato que una estrategia defensiva. Ramís armó al Madrid en ataque y los asistentes de Muñiz lo armaron en defensa. Los ecos de un posible asalto al Bernabéu se quedaron en lejanas palabritas que se las lleva el viento. Ernesto Valverde eligió los defectos del Madrid y los eligió bien. Todas sus intenciones de hacer diana en la Castellana pasaron por atacar a los centrales merengues y lo hizo con estilo, con inteligencia y sin demasiados efectos visuales. En lugar de hacer pagar a Carvalho y Albiol el ostracismo al que han sido relegados por su falta de minutos a base de balones aéreos, el Valencia medió su rapidez y compenetración a la hora de tirar los fueras de fuego. El saldo fue buenísimo, el resultado nefasto. El pie izquierdo de Albiol en dos ocasiones se convirtió en protagonista de la eliminatoria, no porque lanzase sendos zurdazos, sino porque rompió dos fueras de juego que los asistentes de Muñiz Fernández quisieron ver con carácter retroactivo. Essien que dejó a Arbeloa sentado en el banquillo con dos palmos de narices, rompió una tercera jugada clamorosa también destruida a golpe de banderín.

Las dioptrías de los linieres sentenciaron la actuación de Soldado y la de Banega. Éste último aplastó el centro del campo merengue con una clase magistral de elegancia, claridad y orden. Su actuación también quedará relegada al olvido, para respiro de Xabi Alonso, porque al fin y a la postre su virtuosismo en el pase también fue acotado de forma arbitral. El Valencia se marchó del estadio con un cabreo monumental por la actuación arbitral, quién sabe, de no haber sido así, podría haberse marchado con el mismo cabreo por una gran actuación de Casillas, o podría haberse marchado triunfal con un baño al Madrid. Son los pequeños matices que cambian las historias de una temporada. De este partido se recordará un atraco de guante blanco en lugar de una exhibición che.

Con el daño hecho por parte de los asistentes, Muñiz no tuvo una mejor idea que obviar un agarrón claro en el área madridista de Carvalho a Jonas al inicio del segundo tiempo. Previamente el Valencia reclamó unas manos inexistentes de Albiol que toca el balón con el pecho después de recibir un rebote en el área, y unas manos involuntarias de Carvalho, también dentro del área antes de concluir la primera parte. A 17 minutos del final, Muñiz Fernández dejó la eliminatoria prácticamente sentenciada al permitir que Higuaín pusiera la puntilla marcando un gol con la mano en una jugada bastante embarullada. Gol que ni el propio Higuaín celebró, y que curiosamente ni los jugadores Valencianistas protestaron.

Muy mala suerte para un Valencia que mereció mucho más por una historia que se repite prácticamente todos los años y que ya empieza a coger verdadera forma. El problema arbitral del Valencia en el Santiago Bernabéu es una auténtica realidad y cada vez empieza a ser más patente entre el valencianismo que una reiteración de arbitrajes tan lamentables no pueden ser fruto de la casualidad.

Es realmente difícil de creer que una actuación arbitral tan mala, aunque sea en una única dirección, y año tras año, venga precedida de la premeditación. Sin embargo, se está convirtiendo en un error intolerable que quede sin castigo la presión arbitral que un club tan grande como el Real Madrid, aunque sea a través de personalidades tan cínicas como la de Di María, está ejerciendo en las últimas semanas para intentar dañar a los rivales sin el balón. Protesta sí, presión no.

Del partido de ayer se pueden extraer varias conclusiones y una moraleja. Entre las conclusiones podemos citar que al Real Madrid le sirve más la actuación arbitral que la pegada de Cristiano; Que el Valencia se ha enfrentado en un mal momento al Madrid, a las puertas de unas semifinales con posible clásico, que para qué engañarnos, todos deseamos ver; Que Xabi Alonso desaparece de los partidos cada vez que se enfrenta a un medio centro más que decente como es el caso de Ever Banega; Que Arbeloa ha hecho bueno incluso a Essien; Que Marcelo, como el resto de futbolistas, no es nada con sobrepeso, en contra de las precipitaciones de Mourinho; Y que si Jonás falla los goles que falló ayer, te puede perdonar el Madrid en las botas de CR7 o te puede perdonar el árbitro, pero jamás te perdonarán ambos a la vez. La moraleja: Si un grande no te tumba, te puede tumbar su poder.
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2 comentarios:

  1. Un guante blanco como el traje del dueño, que repartiendo sobres consigue lo que no es capaz de alcanzar con futbol o con espectaculo. Cada dia menos gente les compra la mercancia averiada, pero ellos aun tienen capacidad de comprar lo que necesitan para que esa mercancia huela mejor.

    Gran articulo, amigo.

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  2. Nunca me he creído eso de "unas veces se equivocan en una dirección y otras, en la contraria", ni aquello de "al final de la Liga, los errores se reparten y quedan compensados". 
    No son verdad. Son la clase de frases políticamente correctas que toca decir, pero no resisten un análisis concretizado, son más falsas que un billete de 13,42 €. 
    Los árbitros se equivocan en direcciones dominates, marcadísimamente dominantes, y al final de la Liga sus errores no quedan compensados, muy al contrario, han decidido un montón de Ligas y Copas de la historia del fútbol español.
    De hecho, para eso tiene esa clase de errores, para que decidan Ligas y Copas.

    Nunca me he creído eso de "es impensable que haya una conspiración arbitral para que el R Madrid gane casi siempre".  Es la clase de frase políticamente correcta que toca decir, pero no resiste un análisis concretizado, es más falsa que el billete de antes.
    El estamento arbitral, desde que se tomaron determinadas decisiones políticas para lavar la imagen de la Dictadura ante la comunidad internacional, en los primeros años 50, ha estado al servicio de un equipo, el R Madrid, de manera sistemática, constante, programada y, por supuesto, eficaz. El palmarés y la historia del fútbol español son una mentira desde 1953 hasta el fin de la Dictadura con especial gravedad, y desde entonces hasta hoy mismo en menor grado a través de la fuerza residual de las inercias anteriores en la Federación y el el Colegio arbitral.

    Nunca me he creído eso de "los árbitros se equivocan siempre a favor de los equipos grandes". Es la clase de frase políticamente correcta que intenta tapar que sus errores favorecen en muchísima mayor mentira a CIERTO equipo grande, al equipo elegido por el genocida Francisco Franco para representar a su desangrada España en el foro internacional.

    Ayer le tocó pagar al Valencia por enésima vez, pero con las víctimas del nacionalmadridismo llenaríamos cementerios deportivos enteros en todas las comunidades autónomas, o regiones, o como coño se les quiera llamar.

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