El Madrid se abraza a las cábalas

Como el fútbol no es una ciencia exacta no son pocas las ocasiones en que se convierte en un campo abonado para las supersticiones, manías de brujas, hechizos de media noche, oscuros aquelarres, interpretaciones de calendarios ancestrales y seguimiento esotérico de conjunciones astrales. Este tipo de prácticas suelen aparecer, con más fuerza si cabe, a las puertas de la derrota y ante el umbral de la desesperación. Siempre surgen cuando la fe gana el pulso a la razón, cuando la realidad deja paso a la esperanza. Carlos Bilardo, seleccionador de Argentina en las Copas de 1986 y 1990, se sentaba en la banca con una estatua de la virgen de Luján. Además, por algún esotérico motivo, prohibía a sus jugadores comer pollo. Ronaldo, auténtico astro brasileño, no disparaba a portería durante el calentamiento con el fin de no “gastar los goles”. El carioca copió el método al goleador inglés Gary Lineker. El internacional chileno Iván Zamorano se vendaba la muñeca de la mano derecha porque una vez tuvo molestias, le colocaron la tela y marcó tres goles.

El Real Madrid acaba de descolgarse definitivamente de una liga donde la mayor incertidumbre se sitúa  a estas alturas en saber cuántos puntos le va a sacar el Fútbol Club Barcelona a final de temporada. Pisando un terreno bastante peligroso en Copa del Rey ante un Celta de Vigo que le da lo mismo ocho que ochenta, espera agarrado a un crucifijo un sorteo de Champions lo más benevolente posible. Ante una situación como la actual, el Madrid prescinde de la razón, rechaza esa parte de ciencia que se ha ganado el fútbol con el paso de los años y se abraza a las cábalas esotéricas. Adiós a la socio-sicología del fútbol, no es un buen momento para hablar de formas físicas ni de medicina del deporte. Qué importan las lesiones, ni los mercados que se abrirán a la vuelta de la esquina, si a la economía y fichajes de recursos humanos se juega con billetes y al fútbol se juega con un balón. El Real Madrid da su carta de despido a la estrategia empresarial, se niega en rotundo a realizar un análisis de su estrategia deportiva y soslaya los planteamientos tácticos de su propio entrenador así como obvia las carencias técnicas de algunos de sus futbolistas. Eurovegas ya se ha instalado en Madrid, hagan juego en el paseo de la Castellana. Porque el fútbol es azar, no es ciencia ni conciencia, ya no es un estado de ánimo, es la moneda al aire que el árbitro lanza en el sorteo de campo antes de empezar el encuentro. Qué dicen los astros o qué dirían los mayas. Los astros madridistas curiosamente dicen que entre peor vaya el Real Madrid en Liga y entre antes quede eliminado de la Copa, más fácilmente tendrá a su alcance el logro de su décima copa de Europa. Motivo: En más de 100 años ya le pasó otra vez. Los astros que vigilan la carrera de Mourinho también dicen que las dos Champions que ganó previamente venían precedidas de segundos puestos en sus fases de grupos y que nunca partía como favorito. Que no toquen nada en el Madrid, que nadie se mueva, que todo va como la seda para ganar la codiciada copa de Europa.

Ahora que todo está totalmente claro en la casa blanca para afrontar varios meses de competición que de forma gloriosa ha dispuesto la divina providencia, no las gestiones de Mourinho o Florentino, sino la divina providencia que todo lo puede y que ha tenido a bien en este glorioso año poner al Real Madrid en el lugar más óptimo para conseguir su único objetivo. Pues ahora que el Real Madrid está más cerca que nunca de impresionar a Europa, sería un buen momento para reflexionar sobre lo terrenal mientras trabajan los astros en favor del Madrid. Al aficionado blanco se le aconseja prescindir de los consejos de los especialistas y se le recomienda abandonarse a los hechizos de “Pepe el brujo” o al espíritu del pulpo “Paul”.

Ya que el Real Madrid se va a proclamar campeón de Europa arrastrado por la fuerza del destino, podría perder un poco el tiempo en ir preparando un nuevo ciclo puesto que parece ser que el actual ha llegado a su fin. Mourinho, por el bien de los aficionados madridistas que pagan religiosamente su carné y por aquellos otros que se quedan los domingos sin cenar y los lunes sin ganas de ir al bar, podría empezar, más vale tarde que nunca, a hacer un ejercicio de responsabilidad en favor de la empresa que le paga. En la situación actual que vive el Real Madrid, todo lo que sea ganar un título solo puede ser tachado de accidente y si fuese tachado de otra manera, en las próximas temporadas acabará pagando las consecuencias.

El clan de los portugueses en los que se incluyen jugadores y cuerpo técnico ha llegado a su fin y el enésimo proyecto de Florentino Pérez empieza a agotarse sin ni siquiera haber comenzado todavía. El presidente madridista se lo jugó todo a una carta antes de sentarse en la mesa de juego. El fútbol profesional no puede sustentar sus cimientos en los ángeles y demonios que nos rodean, en la historia de hace 70 años o en la rendición a la intuición por agotamiento del uso de la razón. Nadie en su sano juicio podría apuntar en estos momentos a que el Real Madrid puede ser un candidato serio a ganar cualquier competición. Por eso sería un buen momento para reflexionar desde el punto de vista futbolístico y mandarle al aficionado blanco un mensaje positivo, si ha lugar, que se sustente sus bases en algo más que una alineación de planetas o en una simple cábala.