Valdano no usó tinta china

En una ocasión dijo la escritora Sigrid Undset que la paciencia era una virtud calumniada. Afirmación rotundamente cierta porque muy a menudo a esta cualidad se le confunde con la indolencia y en no pocas veces se le trasviste de cobardía. Una pena que la escritora noruega muriese hace más de medio siglo, pues podría haber adaptando las palabras que empleó para elaborar su mítica frase a la guerra que protagonizan Valdano y Mourinho, concluyendo que la virtud de la respuesta a las calumnias está en la paciencia.

Parece bastante asombroso que Valdano, cuyo don de la palabra es más que evidente, rehúya del combate que le propone su oponente, José Mourinho. Y resulta sorprendente porque  el argentino juega en casa, pues la contienda se desarrolla a estas alturas en un terreno dialéctico. No han sido pocas veces las que me he sentido intrigado por las razones que llevan al ex Director General del Real Madrid a responder con silencios ante continuos golpes bajos y a poner la otra mejilla cuando recibe golpes altos. La primera impresión nos lleva a su apariencia. Su percha le delata, pues su elegancia le precede y sus modales le suceden. A Valdano, una persona que analiza las arrugas de su traje antes de salir a la calle, y que no sale a la calle sin haber revisado previamente su reputación, no le convence la imagen de restregarse por el barro junto a una persona que la perdió hace bastante tiempo. Porque en este tipo de enfrentamientos no se gana nada, solo se arriesga a perder la reputación, y en ese sentido, al portugués ya no le queda nada que perder. Siendo esta la primera impresión, no es la más importante, pues Jorge Valdano tiene la suficiente capacidad verbal, el medio y el tiempo necesario como para llamar a Mourinho traductor humillado, mientras le arranca una sonrisa de la boca y le hace marcharse preguntándose si realmente le ha dicho lo que ha oído o realmente le ha dicho cualquier otra cosa. A pesar de todo esto, la realidad es otra, la única verdad es que Valdano no contesta a José Mourinho porque ya hace varios años que le contestó. No necesita ninguna respuesta porque están patentes en cada comentario que le dedicó y en cada párrafo que le inspiró. Seguramente, el dolor que los artículos de Valdano han provocado en la autoestima de Mourinho haya sido tan terrible que ni siquiera una persona tan vanidosa como él puede contener la tentación de recordarlos continuamente a pesar del lugar en que le dejan.

En una cronología inversa, las respuestas anteriores a los comentarios actuales de Mourinho ya quedaron patentes cuando Valdano afirmó y avisó sobre él: “Mourinho es un carisma andante que no se sabe muy bien lo que representa”,  “... Pero no lo es menos atribuir a los entrenadores más poder desequilibrante que a los jugadores, sólo porque tienen fuerza mediática”,” De traductor humillado a temible estratega, ha logrado cultivar una imagen de hombre en la que convive un guapo, un ganador y un provocador”, “Me cae bien la pose de maldito de Mourinho, pero eso no significa que crea en su inocencia”, “quien no tuvo talento para jugar no cree lo suficiente en el talento del jugador, en la capacidad para improvisar soluciones”, o Mourinho tiene “hambre atrasada de gloria y el gusto por tenerlo todo bajo control”.

El técnico luso posee una gran parcela de rencor registrada a su nombre, pues no sabe matar sus problemas en silencio ni tampoco suele cobrar las deudas al día siguiente. Sus continuos ataques a Jorge Valdano simbolizan una prueba de dolor y evidencian que el ex-Director General del Real Madrid no escribía sus artículos con tinta china.

Se trata únicamente de un simple Lobby del que Mourinho aún no tiene tarjeta de entrada, una fraternidad de universitarios o un café para intelectuales. En este selecto club no se aceptan títulos, aquí las cuotas solo pueden pagarse con ideas. Mourinho se siente rico ignorante escuchando tras una puerta que Valdano hace tiempo le cerró a cal y canto en las narices mientras los pensadores de este deporte asignan méritos, organizan reputaciones y deciden quién será mito y quien venderá motos. Valdano es uno de ellos, un intelectual digo, un formador de conciencia deportiva y un registrador de la propiedad en las parcelas de historia. Como Cruyff, el propio Bielsa, Ferguson, Wenger o Sacchi.

Si bien Valdano Abrió una herida a Mourinho, el portugués ataca una herida que el argentino siempre tuvo abierta. El madridismo de Valdano en tela de juicio, siempre su madridismo. El problema radica en que el pensador argentino, con dos ligas seccionadas en Tenerife y otra recompensada en Madrid, hace tiempo que decidió traspasar las fronteras del Madrid para observar con asombro territorios más universales. Se trata de un hombre de fútbol que si bien lleva al Madrid en el corazón, nunca llevó una bufanda de ultra sur a la altura de sus ojos. En la nueva redistribución de carnés merengues no tienen sitio los aficionados sinceros ni los directivos sensatos. Son tiempos propicios para el empleado pelota y para el adulador de diablos. El último ideario instalado en Concha Espina solo acepta la idea de mentir por el Madrid, ladeando la posibilidad de luchar por el equipo con la verdad en una mano y la admiración al adversario en la otra.