José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


1 de septiembre de 2012

Hola Europa, mi nombre es Radamel


A lo largo de mi vida he visto muchos delanteros centro, pero hacía muchos años que no veía uno tan bueno como Radamel Falcao. A Gil Marín y a Cerezo se les podrán replicar innumerables defectos entre los que se encuentra haberle tomado el pelo de forma literal al Atlético de Madrid en múltiples ocasiones, pero a dios lo que es de dios y al César lo que es del César. No sé qué porcentaje de mérito tendrán a la hora de seleccionar a su estrella de turno, lo que es claro y evidente es que lo han hecho con inteligencia en varias ocasiones. En los últimos años el Atlético de Madrid se ha descompuesto temporada tras temporada y se ha rehecho temporada tras temporada. Lo cierto es que el Atlético juega con fuego porque no puede jugar con dinero, y el peligro es máximo cuando caminas descalzo sobre un alambre y al amparo de una red podrida, vieja y demasiado pegada al suelo. No sé si algún día el Atlético caerá precipitadamente porque basa todas sus esperanzas e impone toda su fortaleza apostando siempre a una carta. Aunque en esta ocasión, la carta de Falcao estaba marcada con el sello de la gloria al tratarse de antemano de un jugador excepcional. El día que Falcao se marche, que tarde o temprano lo hará por estar repartido entre el Atlético y un oscuro grupo de inversión, si la estrella de reemplazo sale rana, el equipo caerá. De momento, la obligación del aficionado es disfrutar de una de los mejores futbolistas que ha podido salir de la cartera de Jorge Mendes sin que la operación tenga que oler a la típica putrefacción.

En cuatro años el aún equipo del Manzanares, lejos de desplomarse cuando la tierra ha empezado a temblar, ha logrado alcanzar el éxito en varias ocasiones y con actores muy diferentes. Sufrida afición que secaba sus plumas ante la marcha de Torres sin saber que en realidad estaban dando la bienvenida al Kun Aguero que es mucho mejor jugador. La traición del Kun también encontró su consuelo en la llegada de Falcao. A día de hoy, podemos concluir que las idas y venidas de estrellas del fútbol le muestran una cara sonriente al Atlético de Madrid, que ha ido subiendo peldaños año tras año en la calidad de su estrella máxima. A mí Torres siempre me pareció un jugador de arriba de los del montón, por eso cuando llegó el Kun, el Atlético mejoró. Lo mismo ocurre en esta ocasión con Falcao, porque si el argentino ya era bueno, el colombiano en menos tiempo le superó. Dicen que los grandes futbolistas son los que juegan bien los partidos importantes y como ejemplo perfecto tenemos a Falcao. Tres finales en los últimos años y el resultado ha sido tres auténticos espectáculos. Este tipo de jugadores no necesitan buenos pasadores porque basan su pericia en olfatear el rastro que va dejando el balón. Tampoco necesitan centros perfectos porque aunque el balón no los busque a ellos, ellos siempre buscan el gol. Es ese tipo de contorsionista sobre el césped que hace buenos los malos centros y hace precisas las malas asistencias. Ayer no fue el caso porque todo el conjunto Atlético estuvo a un nivel muy superior.

El otro día, en Mónaco, durante la celebración del sorteo de la próxima Champions, Frank Lampard dejó sobre el escenario la última copa conquistada por el Chelsea. Pues estando solitario en el escenario, el trofeo estaba mucho más brillante que en manos del capitán blue. Porque se puede perder un partido como el de ayer, donde tuvo más mérito el conjunto colchonero que demérito el inglés, lo que no se puede admitir es que después de haber conquistado la última Champions de la forma en la que la conquistó el Chelsea encima te pasen por encima como un rodillo en presencia de toda Europa. Hacen bien los que hablan de suerte porque el Chelsea es el conjunto más limitado que ha ganado una copa de Europa desde que se inició la competición.  
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