Baño y secado

El Fútbol Club Barcelona hacía cuatro años, o más, que no se bañaba. Ayer recibió un baño que duró al menos treinta minutos. Porque desde que aterrizó Pep Guardiola en el banquillo del Cam Nou allá por agosto de 2008, esta ha sido la primera vez que se ha podido ver al Barça realmente fuera de combate y a punto de caer muerto en la lona. Desde entonces el conjunto blaugrana ha perdido algún que otro partido y ha podido jugar mejor o peor, estar más acertado o menos, pero jamás hasta anoche, había sufrido tanto como para salir goleado en un auténtico colapso que duró lo que dura una buena ducha, lo que dura en atenderte un funcionario o lo que dura un desahogo en un prostíbulo. El arrebato madridista duró unos treinta minutos

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En ese tiempo podría no haber pasado nada pero al conjunto culé le pasó de todo a pesar de que tras el pitido inicial parecía que el Barcelona salía con la lección bien aprendida. Arriesgaba lo justo en la salida de balón para evitar la presión y lo hizo bien hasta que llegaron dos fallos clamorosos de Mascherano y Piqué que le costaron dos goles. Curiosidades del destino, Valdés no puedo atajar los lanzamientos más erráticos de Higuaín y Cristiano mientras había rechazado y rechazaría posteriormente lanzamientos más complicados.  Las incoherencias del partido llegaron hasta tal punto que Mateu Lahoz, adalid del sigan sigan, puso muy bajo el listón de las amonestaciones, lo que perjudicaba estratégicamente al Real Madrid dada la contundencia del juego de alguno de sus jugadores, sin embargo,  Lahoz repartió justicia y Adriano salió perjudicado con una clara roja cuando CR7 volvía a encarar a Valdés. Alexis pagó su inoperancia  en los metros finales de los últimos partidos y Montoya fue noveno canterano culé invitado a la fiesta.

Lo cierto es que el Real Madrid no bañó al Barcelona en juego, aunque si solo viésemos el resumen del partido, parecería eso. Más que por fútbol, durante esa media hora, el Madrid se comió al Barça por cojones y lo acosó por derribo encerrándolo en la mediocridad ofensiva  hasta que apareció Messi a un minuto del descanso. Siguiendo con el partido al revés, Leo Messi marcó el gol que le hubiese gustado marcar a Ronaldo, 35 metros, falta directa, salvando la barrera lateralmente, fuerte y ajustado al palo. Golazo para la esperanza culé que hasta el momento era lo único dañino que había generado.

El segundo tiempo nació condicionado por la situación y porque el despliegue físico del Madrid no hay cuerpo que lo aguante durante tanto tiempo. El Madrid dio un paso atrás y el Barcelona lo dio adelante secando el ímpetu madridista con un hombre menos. Como es habitual, el control culé se sacudió los nervios sin caer en la precipitación y empezó a elaborar el juego en el centro del campo. A pesar de eso, la aportación de Xavi fue más inocua que en otras ocasiones y las arrancadas de Iniesta se quedaban a un paso de la meta. Tan solo Pedro mantuvo el máximo nivel en ataque y se convirtió en una pesadilla para la zaga blanca hasta tal punto que pudo haberle dado la vuelta a la situación. Un Messi acordonado intentó lo imposible en varias ocasiones y paraba los marcapasos madridistas cada vez que se movía en zig zag buscando la gloria. Metió más miedo por los recuerdos que por la situación presente. Mientras Alba buscaba el extremo, el Madrid encontraba espacios con peligro. No fue el día de Higuaín que pudo salir del estadio en una caja de pino si Messi a tres minutos del final llega a calzar en la escuadra un lanzamiento desde la frontal a pase del debutante song. Un poco antes, el debutante madridista, Modric, pudo haber sentenciado el partido.

El encuentro deja muchas incógnitas que deberían convertirse en preocupaciones cuando los aficionados madridistas y culés salgan de este blog. Es cierto que el Madrid dispuso del escenario perfecto para haber goleado al Barcelona en la primera parte, como no es menos cierta la demostración de que el conjunto Merengue solo dispone en cada clásico de como mucho treinta minutos para tumbar al Barça. Es el tramo que duran las fuerzas de cualquier deportista al máximo nivel. Más allá de ese tiempo se extiende el abismo. Quizás se haya demostrado que el Madrid solo dura a ese nivel un tramo del partido, pero al mismo tiempo se ha demostrado que el Madrid puede generar el daño, los nervios y la inseguridad suficiente como para dejar sentenciado un clásico en tan poco tiempo.

El Barcelona pende de un hilo porque sus centrales son su primera y su última línea de defensa en balones largos mientras en otros sistemas se multiplican las coberturas. Sin sus centrales a un nivel óptimo, nada es posible. La conclusión positiva del envite de ayer reside en que con diez futbolistas, durante una hora, pudo amargar seriamente las aspiraciones de un equipo como el Madrid.

Sería muy complicado que el Real Madrid en los próximos tiempos disponga de una oportunidad tan evidente de humillar al rival con un resultado contundente y así mismo puede sacarse la conclusión de que el Barcelona ha dejado pasar una oportunidad clara de dejar al rival en evidencia y tocado en su orgullo para el resto de la temporada.

Simplemente se han desarrollado los acontecimientos en su estado más natural, es imposible que el Barcelona o cualquier otro equipo pueda ganarlo todo con un equipo como el Madrid enfrente. Lo lógico es que se repartan los títulos aunque sea de manera desigual, pero al fin y al cabo, de forma repartida. Si bien es cierto que los blaugranas están lejos de su mejor nivel, los blancos siguen sin encontrar una fórmula de juego segura que se sustente en el tiempo porque si es difícil mantener un ritmo tan alto más allá de treinta minutos, más difícil es aún distribuirlo en una temporada completa.