Final épico para final histórica

Quiero empezar el artículo de hoy felicitando a la selección española y a todos esos aficionados de buena voluntad que en la noche de ayer sufrieron por España. Tampoco me gustaría dejar pasar la oportunidad de compadecerme y expresar mi más sincero pésame a esos aficionados españoles que en mi anterior artículo bauticé como “madridistas lusitanos”. A estos aficionados blancos que ayer apoyaron a Portugal quiero decirles que tienen una gran selección, que Portugal ha mejorado mucho en los últimos años y que quizás en otra ocasión tengan más suerte. También me gustaría reconocerles la valentía que han tenido al abandonar a la mejor selección del mundo y al grupo de jugadores más impresionante de nuestra historia para echarse en los brazos de un grupo de jugadores portugueses que en estos momento ya deben estar recogiendo las maletas en el aeropuerto de Lisboa. No es menor mi deseo de que tanto los aficionados portugueses como los madridistas lusitanos, como el propio Cristiano Ronaldo recuperen lo más pronto posible un estado de salud óptimo en su vesícula biliar que sin lugar a dudas a estas alturas de los acontecimientos ha de estar bastante dañada por el desgaste producido con tanta actividad.

En un esfuerzo de generosidad hacia Vicente Del Bosque intentaré analizar con la mayor superficialidad y brevedad posible los acontecimientos que se desencadenaron durante un encuentro cuya tanda de penaltis tuvo más historia que el propio partido de una selección española estigmatizada por la presencia de Negredo en el equipo titular. Lentamente, pero quizás demasiado tarde empieza a aclararse el camino que debe seguir nuestra selección no solo en esta Eurocopa sino también en los próximos años. Dos de las principales apuestas del seleccionador, llámese Torres, llámese Álvaro Negredo han acabado dándonos la razón a aquellos que pensábamos que ni uno ni el otro tienen las aptitudes necesarias para afrontar una competición como esta en una selección que aspira a alcanzar el máximo nivel.  El desvarío del seleccionador incluyendo al delantero sevillista solo duró poco más de 45 minutos. Como no entiendo casi ninguna de las decisiones que adopta Del Bosque, tampoco voy a intentar buscar a estas alturas las razones de incluir en el once inicial a un jugador que no tiene experiencia a nivel internacional, que apenas había jugado 5 minutos durante la Eurocopa, que tampoco está acostumbrado a soportar semejante presión y que lamentablemente no puede aprovechar un mínimo de calidad técnica para equilibrar los anteriores defectos. Todo entrega y solito arriba, Negredo perdió siempre la batalla futbolística contra los centrales portugueses. Cada vez que recibía el balón, de espaldas, de cara o al hueco, su imagen salió mal parada. Si del Bosque incluyó a este chico por hacerle un favor, ayer le hizo un favor muy flaco por ponerle solo arriba y ante un rival tan importante como la propia eliminatoria.

La selección Española aceptó el envite de Portugal de disputar el partido en el terreno físico más que en el técnico y ahí España salió perdiendo. Los primeros noventa minutos fueron más portugueses que españoles porque la selección lusa salió desde el vestuario a por el partido. Con un estilo Mourinhístico, duro, físico y veloz, podemos decir que cualquier parecido entre la actitud de lusos y franceses solo puede ser producto de nuestra imaginación. Portugal mordió durante el tiempo reglamentario y Cristiano Ronaldo cortó la respiración de los aficionados españoles con una envestida a dos minutos del final que terminó con el balón en el limbo. Los quebraderos de cabeza que pudiese crear el crack portugués por una banda y Nani por la otra quedaron absolutamente minimizados por una actuación estelar de los centrales españoles que a la postre y a mi juicio fueron los hombres del encuentro junto a Jordi Alba. La aportación de Cristiano basada más en la fuerza que en la técnica se limitó a unos tímidos lanzamientos de falta que en ningún momento supusieron un sobresalto para Iker Casillas.

Con el primer tiempo tirado a la basura, Del Bosque terminó de dar los últimos bostezos para dar entrada a los primeros recambios e intentar ganar la batalla de las sustituciones. España mantuvo el tipo hasta el final porque sin duda alguna tiene mejores sustituciones que Portugal.  A pocos minutos del final, del Bosque se deshizo del doble pivote, situó a Busquets en su sitio, desplazó a Alonso y sentó a un desgastado Xavi. La entrada de Pedro revolucionó una prórroga caudillada por un Busquets memorable en el centro del campo, un Iniesta más centrado y ofensivo y un Jordi Alba imparable física y técnicamente. Cristiano Ronaldo en esta ocasión tuvo razón y tres días fueron suficientes para descansar como se demostró durante los 30 minutos finales donde España arrolló a Portugal para regalarnos los mejores minutos del campeonato.

Tras la prorróga y con el corazón en la boca pudimos asistir al primer lanzamiento desde el punto de penalti. Cristiano Ronaldo aleccionó a Rui Patricio sobre cómo debía parar el penalti a Alonso, sin embargo se olvidó de aleccionar a Moutinho sobre cómo los suele parar Casillas. Iniesta puso el 1-0 excepto para Sara Carbonero y Pepe empató la tanda. Piqué puso del 2-1 en una tanda que curiosamente estuvo monopolizada por centrales. Nani rompió la secuencia de lanzamientos de central potugués-central español para avocar a su compañero Bruno Alves al nerviosismo y a las dudas del siguiente lanzamiento cuando solo estaba a unos metros del balón. Insólito. Nani puso el 2-2 mientras Ramos regresaba de la luna tras recuperar el balón de aquella maldita tanda contra el Bayern. Lo situó en el punto de penalti, le robó los testículos al caballo del espartero, miró al portero, cogió carrera y rozó el balón para mandarlo a la red en un acto de valentía y locura absoluta. Ramos, el hombre del partido, lanzaba una delicatesen al mundo en una situación muy comprometida donde en apariencia tenía poco que ganar y todo por perder. El central madridista sacó oro de un cubo de basura y evitó con una demostración de clase incuestionable tener que hacerse la cirugía estética para salir a la calle en los próximos años si hubiese fallado el lanzamiento. Con 3-2 en el marcador sacaba Ramos impoluta su imagen ante los penaltis y entraba Bruno Alves en acción para castigar el larguero en un lanzamiento fallido que estaba cantado por la estúpida acción de Nani. Mientras un despistado Fábregas recorrió veinte metros con los brazos en alto  creyendo que ya estaba en la final tras el fallo en el lanzamiento del central luso, el punto de penalti le esperaba para volver a repetir la historia de hace cuatro años ante Italia. Cesc colocó el balón, le susurró, le pidió clemencia y el esférico se la otorgó dando el pase a la final en una tanda de penaltis épica con más historia que el propio encuentro.

Mientras los jugadores españoles celebraban el triunfo, CR7 expresaba su decepción haciendo un alegato a la injusticia. Escondido detrás de los lanzamientos de falta durante todo el partido, el capitán portugués decidió refugiarse en un quinto penalti que jamás llegó a lanzar para intentar aparecer en el centro de un foco que le negó la atención durante todo el encuentro y durante media Eurocopa. La incuestionable personalidad y el carácter de Ronaldo solo inducen a pensar que su decisión de lanzar el último a riesgo de no lanzar solo puede comprenderse más por motivos de vanidad y egocentrismo que por cobardía. Cristiano no ha podido acercarse durante esta competición al Balón de Oro pero tampoco se aleja porque siempre le puede quedar la esperanza de que secuestren a Messi durante los próximos 7 meses, regrese a su planeta o que un rayo le haga caer fulminado.