El arquitecto detrás de la cortina

El proceso de desnaturalización que ha sufrido el Real Madrid en la última década tiene un padre, pensador y ejecutor. Las palabras Target, posicionamiento, segmentación, merchandising o benchmarking han sustituido a otras como espíritu de sacrificio, técnica, velocidad o dribling. Ha sido directivo blanco durante los últimos once años, su nombre y sus apellidos han sido tratados en los medios de comunicación como una suerte de tabú incriticable por misterioso y quizás por el miedo solitario de enfrentarse con lo desconocido. Todos saben que existe pero pocos se han atrevido a destaparle. Detrás de la cortina blanca se oculta José Ángel Sánchez.

El ejecutivo segoviano saltó, probablemente contra sus deseos, a los medios de comunicación durante una rueda de prensa de Mourinho. El técnico portugués aseguró en aquella ocasión que solo respondía a la autoridad de J.A. Sánchez y Florentino Pérez en detrimento de Jorge Valdano, enemigo íntimo y jefe inmediato del luso por aquel entonces. Ese día, el mundo madridista obtuvo buena cuenta de la verdadera importancia y el poder absoluto que este asalariado de lujo tiene para la nueva filosofía blanca. Teniendo en cuenta que llegó de la mano de Florentino en su primera etapa y posteriormente besó la de Calderón, los altos mentideros del club solo contemplaban la posibilidad de que o bien J.A. Sánchez era un pelota de Pérez o bien era un traidor de Calderón.

Es imposible entender la imagen superficial de la que hoy disfruta el Real Madrid sin antes contemplar la holográfica aportación de su actual Director, “Deportivo” según un hombre tan cercano a la cúpula directiva como Josep Pedrerol al que le cuesta deshacerse del lapsus. Pues para que la entidad merengue se haya convertido en la empresa del deporte con mayores ingresos (que no beneficios) del mundo ha tenido que sacrificar su verdadera razón de ser. Ha tenido que sustituir las ilusiones deportivas por las matemáticas financieras, ha cambiado las clasificaciones de la FIFA por las de la revista Forbes y ha dado mayor importancia al rendimiento económico que al deportivo. Los futbolistas ya no son tratados como deportistas, sino como patrimonio; ya no se ficha, ahora se contrata; y los errores en determinadas operaciones ya no se lamentan, sino que se amortizan.

El Real Madrid está en manos de un empresario que cree ser ojeador y de un filósofo que juega a ser economista. Los aficionados madridistas, público objetivo, han paso a ser clientes fidelizados y los simpatizantes constituyen clientes potenciales. El Socio es diseccionado de forma periódica con fríos instrumentos sociológicos a las puertas del estadio para que el consejo de administración analice posteriormente las encuestas minimizando el margen de error en su toma de decisiones. Se renuncia al olfato presidencial porque el cliente manda y hay que satisfacerlo con temor a equivocarse.

El speaker no lo nombra al final de las alineaciones, ni siquiera el aficionados más fiel se gira para aplaudirle, las chicas no le persiguen por los pasillos del hotel y jamás será sacado a hombros por marcar un golazo. Florentino es sabedor de que los triunfos deportivos son mérito de los jugadores y el entrenador, y pocos medios de comunicación o archivos históricos dan relevancia pura a  la figura presidencial. Tan solo ante el fracaso, la memoria colectiva pone ojos y cara al presidente, tan solo ante el fracaso existe la posibilidad de que el aficionado se gire hacia el palco con el pañuelo entre los dedos. Su guerra es la economía y suceda lo que suceda en el campo, pasará a la historia como el presidente del merchandising y los equipos galácticos. Los números no engañan, la precisión de los futbolistas sí. La vanidad presidencial descansa en la figura de José Ángel Sánchez, que ha diseñado una arquitectura financiera donde la imagen pesa más que las ideas, donde el analista fiscal es más importante que el ojeador de juveniles  y donde el sonido del dinero es más ruidoso que el del balón.

 

El espíritu deportivo y la finalidad verdadera del Real Madrid se consumen en el margen de un balance contable. Aquí los fichajes no los deciden Pardeza o Butragueño que se pasean por el estadio como jarrones chinos andantes a los que los niños pueden tocar y los periodistas preguntar rutinariamente. Los fichajes son realizados desde una óptica económica, no deportiva, impulsados por la mercadotecnia y no por las necesidades técnicas. Las plantillas madridistas ya no se construyen lentamente, sino que se ensamblan con rapidez para que en Diciembre cuadren las cuentas anuales aunque no cuadren las alineaciones. El Madrid de la última década no ha sido diseñado teniendo en cuenta la parcela deportiva, sino que ha sido diseñado por un arquitecto financiero que se oculta detrás de la cortina.