La verdad está ahí fuera, en el césped

Me he despertado esta mañana y tras ojear un poco la prensa deportiva nacional con mi atención puesta en el clásico, me he quedado pensando que o bien no he conseguido regresar a la vigilia y aún sigo soñando o me he perdido algo en los últimos días que no logro descubrir. Jamás podría imaginarme que una mala noche del Barcelona en Milán iba a dar para tanto. Noventa minutos fueron molto longos, yo me puse al frente de las críticas, pero ya me está pareciendo excesivo. Las conclusiones express, esas que se sacan de un solo partido y luego sirven para generalizar todo un estado de ánimo que olvida el pasado, devora el presente y condiciona el futuro, nos presentan un Barcelona poco menos que atemorizado ante la visita del Real Madrid. Desde que hice ese repaso a los principales medios de comunicación he decidido juzgar los titulares con serenidad buscando una base argumental medianamente sostenible para que un Barcelona aterrorizado por su rival no se presente esta noche al partido.

Yo pensaba que el Barcelona le sacaba al Real Madrid la friolera de 16 puntos en liga, que esta noche jugaba en el Cam Nou y que incluso traía ventaja tras el resultado obtenido en el partido de ida disputado en el Santiago Bernabéu. Fíjense que inocente soy, que incluso he llegado a pensar que es más fácil meterle 3-0 al Milan en el estadio Azulgrana que asaltar Old Trafford en la cara del Mánchester United. Concédanme unos minutos que he de consultar unos datos en la hemeroteca… Ya estoy de vuelta, acabo de certificar lo que yo pensaba. Por un momento llegué a pensar que fue Cristiano Ronaldo quien ganó el pasado balón de oro entregado hace mes y medio y que le acredita oficialmente como mejor jugador del mundo en la actualidad. Efectivamente como yo tenía en mente, es Messi quien posee cuatro balones de oro y CR7 uno, e incluso he llegado a comprobar que la Bota de Oro actual también es trofeo del argentino. Hablando de la Bota de Oro, concédanme otro segundo que vuelvo ahora mismo… He tardado un poco menos porque he encontrado lo que necesitaba con más facilidad: Messi es actualmente el máximo goleador de las distintas ligas europeas, lleva 38 goles de los 82 que ha logrado marcar el Barcelona en el campeonato español. Lleva no sé cuantos partidos seguidos marcando (no pienso ir más a la hemeroteca) y solo le queda el Celta de Vigo por vacunar. Supongo que debe de haber algo más para interpretar que el astro argentino pasa actualmente por un bajo momento de forma como destacan algunos compañeros porque yo no entiendo nada. Está claro que en Milán no jugó ni bien ni mal, simplemente no jugó como el resto de sus compañeros, pero de ahí a decir tamañas osadías, va un auténtico trecho.

Supongo que a las principales casas de apuestas deportivas como BetFair, BWin, Bet at Home, Miapuesta, Betfair o Bet3000 o les ha entrado un ataque repentino de solidaridad y distribución equitativa de su riqueza entre la población o han debido volverse locas al dar como clarísimo favorito al Barcelona. Lo del favoritismo, lejos de los apostantes, sirve de muy poco, pues los clásicos son los partidos más impredecibles. Tan solo puede tomarse el favoritismo como un pulso previo a la disputa del encuentro, y una vez comenzado el contador se sensaciones se pone a cero.

Las palabras de Roura en la rueda de prensa de ayer sobre los arbitrajes de Undiano Mallenco, del que tengo un buen concepto profesional, son como el propio favoritismo, sirven de muy poco. Supongo que no afectarán al árbitro esta noche pero al menos sirven para constatar una realidad pasada que el Barcelona en su día se sintió timorato a la hora de denunciar. Las palabras de Mourinho sirven aún menos, pues ni deben inquietar al árbitro ni a un Roura que es presentado como un vapuleado dialéctico por arte de magia. Tampoco hace Mourinho un brindis por la verdad cuando ironiza sobre las lecciones culés en torno a las actitudes con los árbitros. Pues todo discurso presentado por Mourinho a estas alturas no puede tacharse más que de cínico y completamente ridículo. La maestría que para algunos débiles morales poseía el técnico portugués ante los medios de comunicación ha quedado desmontada con los hechos y con los resultados. Solo los mourinhistas más ciegos pueden consumir un discurso tan repetido y rancio, a costa de cerrar los ojos y taparse la nariz para no vomitar. Hoy día, ser de Mourinho es una cuestión de fe, creer en sus dogmas requiere cierta dosis de inocencia y de candidez. Ha repetido su mentira mil veces y ningún hecho ha conseguido convertirla en verdad, porque la única verdad constatable para él, para Roura, para los medios de comunicación y para el fútbol está ahí fuera, en el césped.