José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


28 de diciembre de 2012

El dilema

O se pasa o no llega. Quizás estigmatizado por los recuerdos y decisiones tomadas en su etapa anterior como presidente del Real Madrid, Florentino Pérez se encuentra actualmente en un estado de parálisis de gestión. Las cuentas contables se pueden torcer, estirar, compensar; Los plazos de pago se pueden ampliar y las amortizaciones se pueden edulcorar con un poco de voluntad contable. Los números se pueden moldear porque son un espejo de la realidad, tan solo hay que poner ante ellos un espejo cóncavo o convexo, oblicuo o liso, según los intereses y la necesidad. El problema de quien ve la vida a través de un prisma aritmético llega cuando se han de tomar decisiones amparadas en la intuición personal con el único apoyo del olfato psicológico y la tendencia sociológica. En fútbol, lo único que se puede medir con exactitud es la presión del balón, las dimensiones del campo y la estatura de los jugadores. Todo lo que se aparte del terreno de juego aumenta exponencialmente su margen de error. El trecho que va desde la línea de cal a la primera fila de asientos duplica la inutilidad de los datos que se puedan obtener.
Las herramientas utilizadas por Florentino Pérez en ambos mandatos para gobernar el club blanco se han reducido a una calculadora y a un cuestionario a pie de estadio. La calculadora le ha servido para cuadrar unas cuentas que llaman por su nombre al despilfarro y que seguramente hayan amortiguado la crisis económica en Portugal. Las encuestas las ha usado básicamente para intentar diseccionar a la masa social madridista para eludir una posible pañolada. Un burdo instrumento para la toma de decisiones si se tiene por obvio que el madridismo le ha puesto en el palco para que asuma sus propias responsabilidades. No se trata de gobernar de espaldas a la masa social, pero tampoco de orientar la deriva del club con ochenta mil voces diciéndote lo que debes hacer. Un modelo de gestión único en el mundo que podría encontrar su siguiente paso en prescindir del consejo de administración y tomar las decisiones de forma telemática entre los socios. Nos encontramos ante primer presidente de una institución que en lugar de gobernar a la masa es gobernado por ella. Florentino se ha convertido con su modelo de gestión en un aficionado más cuya única diferencia del resto es la de ver el fútbol desde el palco. De todo esto se podría deducir que, o bien la culpa de la actual situación del Madrid es de los aficionados encuestados, o bien Florentino es un mal interpretador de encuestas. Lo que parece seguro es que nos encontramos ante un gran evasor de respuestas.
Quizás Florentino Pérez encontraría un puesto perfecto como responsable de la parcela económica, ya que parece venirle demasiado grande el cargo de presidente. Porque no se puede presidir un club aterrorizado permanentemente por la sombra del fracaso. De una persona que tiene tantísimo pánico a que le partan la cara, no se puede esperar que en los momentos más críticos la dé. Desde que decidió el despido del Valdano, probablemente encuesta mediante, el actual presidente del Madrid se ha quedado sin ningún tipo de parapeto para solucionar problemas internos. Vendió a Valdano por conservar a Mourinho cuando el madridista argentino era la única voz cantante que podría tener un ápice de equilibrio entre la cordura y la credibilidad. Mourinho ha sido muy útil y gracioso, y defensor del madridismo cuando el problema estaba ahí fuera, lo que se ha vuelto verdaderamente peligroso es cuando las alarmas anti incendios  han saltado en el despacho presidencial y se ha descubierto a posteriori que Mourinho se dedicó durante un año entero a vaciar los depósitos de agua. Sería un gran ejercicio gubernamental descubrir en algún momento que dentro del propio club quedan más hombres de los que ofenden a la entidad que de los que la defienden. El técnico portugués ha demostrado que es mucho más inteligente que Florentino Pérez, quizás encuentre más dificultades para interpretar un balance contable, pero lo que ha quedado demostrado es que sabe interpretar mucho mejor los mecanismos de un club. En poco tiempo ha conseguido, con la fuerza de las encuestas, desposeer al presidente de su guardia pretoriana hasta tal punto que la cabeza del presidente depende en estos momentos de la boca del entrenador luso. El club ha sido totalmente descapitalizado en su interior de voces discordantes y sensatas. Ya solo quedan cuatro papagayos que repiten sus mensajes con los labios mordidos por miedo a equivocarse ante los micros. Una tribu de aduladores forzados que no saben qué decir y a estas alturas no debe importarles mucho el qué dirán porque nadie sabe en el club si Mourinho es todavía un dios o ya ha transmutado a diablo.
Florentino Pérez se marchó a China en viaje de negocios con un dilema en la maleta: Echar a Mourinho o Mantenerlo. La única realidad es que el presidente blanco no tendrá la valentía suficiente para abrir esa maleta, pues el dilema volverá con él al aeropuerto de Barajas. La situación es tan surrealista que haga lo que haga el presidente, tome la decisión que tome, no acertará de ninguna manera. Si cesa a Mourinho no acertará y si lo mantiene hasta final de temporada tampoco. Tal vez el equipo de sociólogos haya tenido algún retraso en la interpretación de las encuestas porque el momento para acertar ya pasó, pues se trata de una decisión que se encuentra recluida por el tiempo, ya que hace más de un año que un presidente sensato debería haberse planteado ese dilema.


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