Himno, hipnosis y copas

Antes de empezar a analizar todo lo sucedido anoche en Ucrania, me gustaría felicitar a Plácido Domingo, al hijo de Mariano Rajoy, a Enrique Cerezo, a Camacho y a Mediaset con Telecinco a la cabeza por haber ganado la Eurocopa. Supongo que sin ellos no podríamos haber hecho realidad este sueño (ironía On). En menor medida me gustaría no solo felicitar, sino también dar las gracias a Vicente del Bosque junto a su cuerpo técnico y a los futbolistas españoles por hacernos disfrutar de un partido impresionante y de un título que siempre será recordado. Habrán de pasar como mínimo ocho años para que algún equipo pueda superar lo que ha cosechado el nuestro.

Que lejos quedan ya aquellas lágrimas que un niño de apenas diez años derramaba escondido en un rincón de su casa cuando Eloy en 1986 fallaba el penalti definitivo de la eliminatoria contra Dinamarca y que a la postre supondría el comienzo de una gran maldición. Los chicos de hoy en día tienen camiseta actualizada de la selección y no saben lo que es llorar por los pecados de sus estrellas y por la mala suerte. Aquellos chicos que crecieron pasándose cromos de Butragueño de una mano a otra y que aún conservaban algún álbum desgastado de años atrás con la cara de Del Bosque, crecieron con el estigma y la seguridad de que jamás vivirían una situación como la que disfrutamos ahora. Mereció la pena esperar para escuchar nuestro himno con tranquilidad y merece la pena seguir esperando más. Yo pertenezco a esa generación desesperada por los fracasos de nuestro equipo nacional y quizás por ese motivo o quizás por mi condición de notario de la realidad, he perdido el ímpetu de la celebración haciendo caso omiso a las directrices de obligado cumplimiento lanzadas por Mediaset (Telecinco y Cuatro) de poco menos que salir a la ventana con la cara pintada de Rojo al grito de <<Soy español y veo Mediaset>>. No necesito saltar de  alegría porque a estas alturas tampoco lloro con los fracasos. Épocas pasadas me anestesiaron de por vida entre la sonrisa y el simple cabreo.

En el equilibrio de emociones está la virtud como en el equilibrio de Xavi Hernández está el fútbol con mayúsculas. A estas alturas, debido a las finas líneas que separan unas cosas de su reciprocidad, no sé si catalogar a Del Bosque de afortunado o de genio. Tuvimos que esperar al último partido para ver lo que estábamos esperando toda la Eurocopa. Por fin pudimos acabar un partido con las uñas intactas y con la sonrisa en la boca al mismo tiempo. Obviando el diccionario de sinónimos no me pondré a buscar adjetivos originales para catalogar lo que simplemente fue una auténtica paliza en toda regla de España a Italia. Jamás vi una diferencia tan grande entre dos finalista de una competición futbolística tan importante como esta. Sin duda alguna, anoche pudimos asistir a la mayor expresión futbolística que el equipo de Vicente del Bosque ha mostrado al mundo desde que el Salmantino se hizo cargo de la selección. A estas alturas y finalizada la competición, reprimo mis ganas de atizar al seleccionador por no habernos mostrado antes sus verdaderas cartas, sus piezas bien encajadas, su auténtica lección táctica, de fútbol y porqué no, de suerte tan necesaria e imprescindible en el deporte como en la vida.

España afrontó su último partido con idéntico once y rival al de su primer encuentro. Misma medicina para mismo rival, resultado diferente. Misma medicina pero composición distinta, porque si bien Del Bosque utilizó a los mismos jugadores, no los utilizó de manera similar. El salmantino doblegó a Prandelli situando a Xabi Alonso por delante de Ramos y Piqué. Las obligaciones durante el partido del centrocampista del Madrid se limitaron a basculaciones de izquierda a derecha tapando una banda u otra. Más en la izquierda puesto que las subidas de Alba eran más continúas que las de Arbeloa ayudado por Piqué. Alonso cedió el centro del campo a Busquets que organizó a Pirlo un auténtico fiasco. El Balón quedó única y exclusivamente en los pies de Xavi Hernández que por primera vez durante esta Eurocopa se movió en su posición más idónea y organizó el juego ofensivo. Iniesta, silva y un incansable Fábregas mostraron un magnífico repertorio de talento en ataque.

Ya desde el túnel de vestuarios podía intuirse la tranquilidad con que los futbolistas españoles afrontaban el partido ante una Italia que solo pudo meter miedo cuando cantó su himno. Finalizado el himno finalizó un equipo italiano que intentó ser España pero le sobró posesión y le faltó talento.  La defensa azzurra no pudo desactivar el juego de asociaciones impuesto por Xavi, que hipnotizó al balón, que fue imprescindible y que trascendente. Un iniesta desatado por la izquierda, por la derecha y por el centro amenazaba a Italia mientras merodeaba el área. De sus botas salió una asistencia medida en orientación y fuerza. Pase preciso a Fábregas que dejó en el suelo a Chiellini conduciendo el balón por la línea de cal a dos metros de Bufón. Tobillo de goma, pase atrás y cabezazo complicado de Silva que ponía el primero. Los italianos encerraron a España con más coraje que precisión. Del Bosque retrasó al equipo que en una contra sin peligro organizada por Fábregas llevó el balón hasta las botas de Xavi. Domó el balón, esperó a Alba y soltó un latigazo perfecto que situó al nuevo velocista culé ante la salida infructuosa de Bufón.

Dos cero, descanso y nueva desgracia para Italia: Entraba Mota y se lesionaba a los pocos minutos.  La final estaba decidida porque Italia jugaba con uno menos y porque el balón estaba en los sueños de Pirlo y en los pies de Xavi. De sus botas saldría otro balón perfecto que acompañó la carrera de Torres hacia el gol ante la salida de un superado Bufón. El príncipe de España  rompía el protocolo en el palco y el príncipe del fútbol lo rompía en el campo tras dos asistencias de gol. España jugaba con delantero centro, con el velocista Pedro y con muchos espacios. Mata hizo acto de presencia en la Eurocopa para refrendar con el cuarto gol una asistencia de Torres que a la postre le convierte en el merecido bota de oro del campeonato como premio a sus goles y a su generosidad. La historia de Torres resumida en paradojas: Torres ha sido suplente en el Chesea porque no mete goles, ha sido bota de oro de la Eurocopa porque los ha metido, ha sido convocado por del Bosque a pesar de no meter goles y no ha sido designado por la Uefa entre los 23 mejores jugadores a pesar de meter goles.

La nota de injusticia la sufrió Llorente que no pudo disputar ni un solo merecido minuto durante la Eurocopa y Xavi Hernández que no obtuvo el premio como jugador de la final. Iniesta fue el elegido como hombre del torneo y entrará en la disputa del Balón de Oro si a final de año el favorito es Messi. Si el favorito fuese CR7, Iniesta no entrará en la pugna.

España ha conseguido lo que siempre habíamos soñado y lo que aún sueñan otros países con conseguir. Hay más mundo por conquistar porque tras Alemania, Holanda y ahora Italia aún nos falta doblegar a las grandes de Sudamérica, Argentina y Brasil. Hay tiempo, hay medios, hay confianza y esperemos que la suerte la siga poniendo Del Bosque.