Ismail Omar
Guelleh es un pequeño dictador de nuevo cuño, de esos que se han dado en
llamarse paradójicamente “dictadores democráticos”. Yibuti, pequeño país
situado en el cuerno africano, apenas cuenta con 800 mil habitantes y el señor
Guelleh apenas cuenta con oposición. Tal es la pericia política del presidente
yibutiense, que lleva en el poder desde 1999 tras suceder a su tío y hace un
año ha salido reelegido por seis años más. No es conocido por sus dotes diplomáticas,
por su oratoria, por sus pretensiones humanitarias o por su habilidad política;
Guelleh saltó a la fama en el año 2005 por convertirse en el presidente mejor
electo del mundo al conseguir el 100% de
los votos en un proceso electoral envuelto en manifestaciones y protestas. Tras
la última asamblea del Real Madrid podemos concluir sin temor a equivocarnos
que Ismail Omar Guelleh se puede considerar como un auténtico referente para
Florentino Pérez.
El presidente
del Real Madrid ha dictado, como suele hacer Ismail Omar, sentencia a la
pluralidad democrática del club al modificar el proceso de sucesión que marcan
los estatutos. Con el desenlace de la pasada asamblea se anula totalmente el
criterio de capacidad y se rompe el equilibrio natural en pos del de riqueza y
constancia con el carné de socio para ser presidente. Sin una bola de cristal a
mano, ya puedo facilitar algunos titulares interesantes con ocho meses de
antelación: “Florentino cuatro años más”, “Florentino gana las elecciones sin
oposición”, “la Gestión de Florentino ahuyenta a los opositores”, “los números
cantan, cuatro años más”, “Los madridistas desfavorecidos se ahorran el caro
voto por correo ante notario, cuatro años más”, “Florentino no encuentra púgil”...
Dentro de siete u ocho meses, el propio Florentino se convertirá en la envidia
del presidente Yibutiense al salir reelegido por segunda vez consecutiva con el
100% de la participación en una sucesión natural.
De la
decisión tomada en la asamblea por parte de los socios compromisarios a
propuesta del presidente merengue solo puede deducirse que tanto presidente
como compromisarios desconfían de la capacidad electora del resto de socios.
Les limitan caprichosamente los candidatos, les marcan el perfil y les dicen
qué perfil de candidato es bueno y que perfil es malo. Como si el socio fuese
tonto, Florentino Pérez le está obligando con esta decisión, a no votar a
Jeques árabes sin apego madridista o a madridistas contrastados con una mano
atrás y otra delante. Se limita el voto a jeques españoles, como él. El socio
madridista pues, y según se deduce de las nuevas normas impuestas por
Florentino Pérez, carece de una capacidad mínima para discernir entre quién
puede ser un buen presidente para su club y quién viene para aprovecharse de la
situación.
Normalmente,
cuando un cargo directivo toma una decisión de cobardía máxima para asegurarse
su puesto, el motivo siempre hay que encontrarlo en la propia inseguridad de su
gestión. Lejos de empaparse Mourinho en el madridismo de Florentino Pérez,
parece que es precisamente el presidente quien se empapa de la máxima mourinhista:
Ganar como sea. Por tanto, no es que “Mou haya tardado en entender lo que es el
Madrid”, como ha dicho Florentino, sino que el propio Florentino ha tardado
demasiado poco en entender y aprender las artimañas de Mourinho.
La decisión
de Florentino y sus compromisarios
cierran la puerta a una horda de posibles candidatos que tendrán que esperar unos
años con el carné en la mano u otros tantos amasando fortuna. Por un motivo u
otro, gente como Eugenio Martínez Bravo, José Manuel Entrecanales, Vicente Boluda,
Borja Martínez Laredo, Juan Miguel Villar-Mir, Manolo Sanchís, e incluso José
María Aznar se verían obligados a recular ante un posible intento de batir
electoralmente a Florentino Pérez. Aunque pensándolo bien, con tal de no ver a
Aznar en la vida pública, bien podría valer una artimaña tan sucia como la que
ha empleado Florentino. No sé si presentándose todos juntos bajo la misma
candidatura cumplirían los requisitos. Se hubiesen ahorrado tanta parrafada si
hubiesen puesto como único requisito para la presidencia blanca, llamarse
Florentino Pérez y haber nacido en 1947 por si acaso.
Los peores
resultados de la historia logrados por ACS en lo que va de año están cuestionando la continuidad de Florentino Pérez en la presidencia
del grupo. Bien porque decida presentar su dimisión o porque
le inviten a presentarla. Unas pérdidas de 1.233 millones de euros en el primer
semestre del año y los Albertos más mosqueados que un pavo en Navidad,
desemboca en que Florentino Pérez se agarre a la poltrona madridista como lo
haría una garrapata. El efecto mariposa le llaman: ACS pierde dinero y como
consecuencia los socios del Real Madrid pierden libertad democrática reduciendo
su abanico de electores a uno solo. ACS pierde, el Real Madrid paga.
El acto de
cobardía protagonizado por Florentino Pérez en 2006 cuando presentó su dimisión
y dejó al Real Madrid con un enorme vacío de poder y con una deuda de pañuelos
sin sacar, encuentran su segunda parte en esta modificación de estatutos. Desde
entonces han cambiado dos cosas, a Florentino empiezan a cuestionarlo en ACS,
donde el principal requisito para ser presidente es ser un buen gestor; Y en
segundo lugar, en el Real Madrid podrían cuestionarlo porque empiezan a no
salir las cuentas deportivas, y si las económicas son tan buenas como las de
Kaká, madridistas tomen tila.
Resulta curioso
que Florentino Pérez pretenda ahuyentar a los jeques orientales cuando él mismo
puede considerarse un homólogo en occidente. Quería un club al estilo inglés sin
tener ahora en cuenta que la liga inglesa está repleta de jeques. Lo cierto es
que si un árabe millonario quiere entrar en el Madrid podría hacerlo en 10 años
como miembro de la junta si no hay ya alguno que tanga cumplido diez años de
socio. La verdad de todo esto no es que Florentino blinde el club contra árabes
ricos no madridistas, sino que blinda su sillón contra españoles ricos y
madridistas pobres. Y es que siempre es mejor torcer las normas que torcer las
muecas porque quien hace las trampas, en este caso ha hecho la ley.