La historia
ya hace tiempo que dejó de tener cualquier tipo de interés porque siempre se
repite en ciclos. Liberados de la emoción que podría ofrecernos el pasar del
tiempo, el futuro ya no tiene ningún tipo de emoción por ser tan repetitivo. Volverán
las chaquetas de cuero, la coleta en los hombres y ya hace un par de años
que podemos apreciar la melena corta estilo años setenta en los niños pijos. Malos
días para Rappel, Octavio Aceves o Lola
Montero. Los ciclos de la historia les acercan a las puertas del INEN.
Dos siglos
hemos esperado para que José I Bonaparte, castizamente conocido como Pepe
Botella haya encontrado su homólogo contemporáneo en la no menos castiza y
colega de apodo por apellido, Ana Botella. Ambos personajes comparten otras
muchas cosas además de la apariencia física y el apellido castizo. Mientras el
abogado gabacho fue elegido a dedo por su hermano como responsable del gobierno
en España a principios del XIX, la abogada madrileña fue elegida por el dedo de
su marido para gobernar Madrid a principios del XXI. Ni el uno ni el otro
olieron una urna electoral para ocupar los cargos de responsabilidad y ni uno
ni otro eran precisamente aclamados por el pueblo al que caudillaban. Mientras
Pepe Botella adoptaba su segundo apodo como Pepe Plazuelas por tirar iglesias
en Madrid para levantar plazas en su lugar, la inflamable alcaldesa madrileña
arroja a la basura el equilibrio sentimental de la selección española queriendo
celebrar su triunfo o su derrota en la plaza de la Cibeles. Demasiadas
coincidencias para no permitirse prescindir de los servicios de Rappel en los
años venideros. La historia se repite demasiado, adiós al Tarot.