Quiero
empezar el artículo de hoy felicitando a la selección española y a todos esos
aficionados de buena voluntad que en la noche de ayer sufrieron por España.
Tampoco me gustaría dejar pasar la oportunidad de compadecerme y expresar mi
más sincero pésame a esos aficionados españoles que en mi anterior artículo bauticé como
“madridistas lusitanos”. A estos aficionados blancos que ayer apoyaron a
Portugal quiero decirles que tienen una gran selección, que Portugal ha
mejorado mucho en los últimos años y que quizás en otra ocasión tengan más
suerte. También me gustaría reconocerles la valentía que han tenido al
abandonar a la mejor selección del mundo y al grupo de jugadores más
impresionante de nuestra historia para echarse en los brazos de un grupo de
jugadores portugueses que en estos momento ya deben estar recogiendo las
maletas en el aeropuerto de Lisboa. No es menor mi deseo de que tanto los
aficionados portugueses como los madridistas lusitanos, como el propio
Cristiano Ronaldo recuperen lo más pronto posible un estado de salud óptimo en
su vesícula biliar que sin lugar a dudas a estas alturas de los acontecimientos
ha de estar bastante dañada por el desgaste producido con tanta actividad.