José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


7 de junio de 2012

El próximo balón de oro

El canto de las chicharras en aquella tierra seca y tratada por el descuido solo podría traer sequía, hambre y pobreza. Los campesinos de manos agrietadas por la azada y piel gruesa cicatrizada por el sol, ya empezaban a recoger lo que habían sembrado meses atrás.

Luis Aragonés se suma a la batalla que Fernando Torres mantiene con el destino y con la realidad. Es curioso que el Sabio de Hortaleza se haya destapado públicamente declarando que con él, Torres sería titular, cuando en 2008 hubo ocasiones en que rehusó a utilizarlo. Cuando criticó el doble pivote de Del Bosque en Sudáfrica, algunos se rasgaron las vestiduras porque no era el momento, ahora el foco es Fernando Torres, la ocasión sí lo merece. Todo recorrido tiene sus momentos y la campaña mediática a favor del niño está llegando a su fin. Como en las guerras, los peores momentos son los de mayor incertidumbre, y esos momentos más temidos son el principio y el final. Esta dulce campaña toca a su fin porque ha de ser ahora o nunca cuando debe emplearse toda la fuerza. Mejor no probar el equipo sin delantero centro no vaya a ser que juegue de forma brillante y el niño se relama la herida en los banquillos.
A tres días de que España juegue ante uno de los rivales más difíciles de doblegar del mundo, la selección está dominada por dudas infames que solo pueden ser producto de decisiones mal justificadas. Hasta la fecha, nadie ha podido comprobar que Fernando Torres haya ingerido una pócima mágica que le convierta en tres días en un buen jugador  y tampoco he oído a Vicente del Bosque dar una sola explicación deportiva y al mismo tiempo razonable por la que se comprenda la inclusión del niño en detrimento de otros. Lo de llevárselo en el pasado mundial tiene un pase natural porque más o menos, libre de una gran temporada, había jugado regularmente. Había salido de una lesión y lo lógico es pensar que Torres era una moneda al aire que te podía salir cara, aunque luego fue una auténtica cruz para los intereses españoles.