Los gránulos se empiezan a deslizar lentamente por el reloj de arena para
Miguel Ángel Ayza Gámez. No hay vuelta atrás, nadie podrá pararlo, descenderá
esta temporada de categoría, lo dijo anoche Enrique Marqués en su programa
nocturno. Siempre he admirado esas dotes ocultistas en algunos periodistas, esa
capacidad de hacer del futuro presente, el dominio de la cábala en el plató de
televisión y de convertir su información en ley. Jamás vi a Octavio Aceves por
la universidad, quizás impartiese cátedra en otra facultad de periodismo. Y no
es por criticar a esos mensajeros del futuro agarrados a un micrófono, pero si
yo tuviese esa habilidad aprehendida, también la usaría para rescatar del
futuro los hechos venideros para compartirlo con los lectores en el presente; pero
si yo hubiese podido cursar ese máster masónico, creo que emplearía todos mis
esfuerzos en avisar a mis lectores de tragedias venideras en sus vidas. Es una
auténtica pena que Enrique Marqués haya dedicado su dilatada carrera al mundo
del deporte y no a la meteorología, podría prevenirnos de nevadas, inundaciones
o sequías, podría sustituir en carne y hueso el conflictivo protocolo de Kioto
por el protocolo de Florentino.