Varios días después de que España haya recibido la mayor humillación que
se recuerda en un partido oficial, la conclusión que podemos sacar si atendemos
a los medios de comunicación y enviados demasiado especiales al mundial es que
la culpa es de los jugadores, no del Barcelona, sino de los jugadores catalanes
del Barcelona. De la sangría general contra los futbolistas culés,
curiosamente solo se salvan aquellos que no tienen partida de nacimiento
catalana. Solo Iniesta, albaceteño y Pedro Rodríguez, canario, han conseguido
escapar al escarnio de los analistas patrios. Es curioso que casi todos los
caminos tras analizar el análisis que han realizado otros periodistas y
aficionados tras la debacle nacional desemboquen en aniquilar la huella
catalana en la selección. Suerte tiene Iniesta de haber nacido en Fuentealbilla
y no en Cornellá, si no a estas horas ya
estaría haciendo las maletas en la selección junto a Xavi, Piqué, Alba o
Busquets. Paradojas de la vida, el fútbol nacional empieza a parecerse a
una fábrica de independentistas por el efecto búmeran que se lanza desde
algunos medios de comunicación capitalinos. Para que se te echen las culpas de
la derrota ante Holanda has de cumplir dos requisitos a la vez: Que seas
jugador del Barcelona y que seas catalán. Esa conjugación te condena al
avispero mediático. Ni Cesc, ya fuera del Barcelona, ni Pedro ni Iniesta
cumplen ambas premisas. Por ese motivo nadie les critica y nadie les va a
criticar.