Anda el patio
revuelto desde hace ya algún tiempo porque el entrenador del Real Madrid, otrora
traductor de inglés y ahora lingüista hispánico, se ha empeñado en redefinir el
significado histórico que para la entidad merengue tiene la palabra señorío. Podría
resultar un asunto baladí en cualquier otra casa pero no en la blanca, que ha invertido
muchos esfuerzos y muchas mordeduras de lengua para que no se le vuelvan
caducos una serie de valores de los que ha hecho una seña de identidad propia.
Es cierto que esa respetable imagen no es cualidad exclusiva madridista, pues
el señorío puede mostrarse en cada esquina, todos los días, sentado en un café,
cediendo el paso a una dama o incluso en el extremo de la barra de un club nocturno.
El tiempo ha corrido contra el Real Madrid y lo que parecía perenne ahora se
vuelve caduco, lo que era tradición ahora es rancidez y lo que siempre funcionó
ahora se muestra obsoleto e inútil. Cómo han cambiado las cosas desde que el
Real Madrid se empeñó en fichar a un entrenador que parece dedicar más tiempo a
filología que a la estrategia a balón parado. Resulta curioso que haya tenido
que ser un filólogo portugués y no español, como sería más lógico, quien nos
venga a dictar qué es cada cosa y qué significado ha de tener para nosotros. Porque
para este académico de los banquillos que lidera la nueva revolución semántica,
la pasta sigue siendo dinero, sin embargo, ahora quien habla con cinismo habla
con verdad y el que usa frac en realidad está usando un disfraz.