Decía William Shakespeare que si las masas pueden amar sin saber por qué, también pueden odiar sin mayor fundamento. Esta noche se examina el Real Madrid en su propio estadio y así mismo se examina su afición. Hoy no decide el socio si ama a Mourinho o empieza a despreciarlo, si le necesita o le considera innecesario. Esta noche en el Santiago Bernabéu se pone en tela de juicio el poder soberano de la afición madridista. Sabremos cuando empiece el partido y sobre todo cuando acabe, su grado de madurez y volubilidad. En su madurez va implícita su capacidad de exigencia, su inconformismo y su nivel de auto-respeto. Su estado voluble viene marcado por la sabiduría de no plegarse a determinados intereses mediáticos y por supuesto a los caprichos de un grupo radical.