José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


25 de mayo de 2014

Quizás dentro de diez años



Jamás he visto a un equipo parecerse tanto a su entrenador como el Atlético de Madrid. El Cholo Simeone era un futbolista que saltaba al campo con un cuchillo entre los dientes y un chute de adrenalina en cada músculo. Cada vez que observo a un jugador del conjunto colchonero actual no puedo más que acordarme de aquel futbolista fibroso e inquieto que convertía cada jugada en una batalla campal. Cada balón divido parecía el último y la convicción en sus acciones se acercaba al extremismo. Un pura sangre que dejó reflejada su forma de concebir el fútbol en el muslo de Julen Guerrero. No gozaba de una técnica depurada, ni tampoco exhibía una envidiable visión de juego, ni tan siquiera apoyaba su fútbol en la precisión de sus disparos. Sus acciones ofensivas se basaban en un oportunismo incontrolable y en una rabia incomparable. Así es el Atlético de Madrid, como su entrenador actual, así es cada uno de sus jugadores y así entienden el fútbol hasta sus jugadores más dotados técnicamente. Cuando alguien me pregunte dentro de una década cómo llegó el Atlético de Madrid a ganarle una liga al Barcelona de Messi en el Camp Nou y cómo acarició una Copa de Europa ante el Real Madrid, seguramente responderé que lo único que recuerdo es que los colchoneros corrían mucho y luchaban más. Lo cierto es que el equipo del Manzanares no tiene muchas más armas, porque esas armas cuestan dinero y ya están repartidas entre los más ricos.