El sol se abría hueco entre algunas nubes sobre la ciudad condal cuando el coche de Sandro Rosell se detuvo en la puerta del restaurante “The Mirror”. Al por aquel entonces presidente blaugrana le acompañaban dos directivos de su junta. Recorrieron los metros que les separaban de la puerta del local entre vítores y aplausos de los aficionados que les instaban a “darles caña”, cuanta inocencia. Ese día era el 3 de mayo de 2011 y el ensanche barcelonés estaba tomado en esa zona por banderas blaugranas y señeras catalanas enarboladas al grito de “presidente, presidente...” Faltaban pocas horas para que se disputase el partido de vuelta entre Barcelona y Real Madrid que determinaría el finalista de aquella magullada Champions.