Majestuoso
con la mirada hierática se zarandea de un lado a otro por las calles de Málaga
repartiendo esperanza, misericordia y fe. Jesús “el rico”, así le llaman los
fieles, tiene la capacidad real y divina de liberar a un preso de las cárceles
provinciales de Málaga cada Miércoles Santo desde el siglo XVIII. Fue Carlos
III, rey terrenal, quien en 1756
escribió la orden para que la Hermandad pudiese ejecutar año tras año hasta
nuestros días el indulto divino. Cuentan los libros polvorientos que ese mismo
año la peste asoló la ciudad y solo los presos malagueños tuvieron la gallardía
suficiente para escapar de sus barrotes, sacar al Cristo en estación de
penitencia y regresar posteriormente a sus respectivas celdas. Varios días
después, la peste en Málaga ya era historia. Desde entonces en la ciudad de la
Costa del Sol un preso es liberado cada año al amparo de un brazo de madera
divina que de forma articulada muestra su misericordia, indulto y perdón en la
plaza de la Aduana ante la atenta mirada empañada en lágrimas de miles de
malagueños y visitantes.