Las decisiones tomadas por la junta directiva del Barcelona en el último
verano solo pueden inducirnos a pensar que la culpa de la mediocridad culé
la pasada temporada era de Villa, o bien era de Roura, quizás Abidal o incluso
de Thiago Alcántara si estiramos la ironía. En esos movimientos se basó
el diagnóstico culé para determinar la enfermedad de su plantilla tras haber
sido zarandeada por un Bayern de Munich sin Guardiola. La receta ha sido
simple, Neymar y un montón de problemas institucionales, Martino y un montón de
problemas deportivos.