José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


13 de abril de 2012

Silencio en la sala

Había una serie de pinos que rodeaban el parque mientras el padre intentaba que su hijo no cayese por los laterales del tobogán verde que se situaba justo enfrente del banco donde yo me hallaba sentado. Gastado por el roce y descolorido por la lluvia, el sol y el tiempo; aquella resbaladera soportaba los  lanzamientos continuos de aquel niño y agradecía los esfuerzos del padre por evitar que se desplomase sobre el suelo. Unos minutos después el padre dijo basta, el tobogán dijo hasta luego y el niño espetó: “Pues si nos vamos dejo de respirar, eaa”.
El bautizado como Especial One por la prensa inglesa ha decidido que ya no quiere hablar más, seguramente porque en España hay periodistas que ni le bautizan ni le bendicen. Rebelde sin causa, Mourinho parece haberse creído a maza y porra el calificativo inglés sin entender que se trata simplemente de una afirmación en sentido figurado y que incluso pudiese ser utilizada y entendida a estas alturas con una carga de sarcasmo y una buena dosis de ironía. No quiere dar más ruedas de prensa en la piel de toro y abre las puertas de toriles para que salga su subalterno más leal encarnado en la piel de un vasco moreno zaino. Hace ya unos años escuché a José María García, que ni es un santo ni tampoco fui yo su devoto, decir que él llegó donde había llegado porque era un hombre que sabía decir “no” y supo mantenerse a la espera de mejores oportunidades. Mourinho ha contado los días subido al privilegio del fútbol porque ha desarrollado sus axiomas a lomos de su enorme personalidad, todo su ideario futbolístico carece sentido sin él. Por tanto dudo que Aitor Karanka pueda en un futuro desarrollar los conocimientos adquiridos con el luso si a priori y a la postre carece de esa personalidad. Parece que Vilas Boas manejó en su bolsillo y por su cuenta las llaves del éxito porque supo aprender lo necesario de su mentor y posteriormente tuvo el suficiente carácter para saber decirle “no”. Aunque joven, exitoso y ambicioso ahora digiere a pesar de haber elegido un camino soberbio hasta llegar a Londres, las hieles que deja la sombra de Mourinho y camina sobre el empedrado de fango que a sus pies han dejado las manos ocultas de su maestro. Si eso le ocurre a un tío con personalidad como boas ¿A qué gracia o desventura estará avocado un Karanka que ya no tiene gracia, ni carisma ni ninguna buena aventura que contar?

Desde que Mourinho llegó al Real Madrid los partidos no duran noventa minutos, sino que el genio de Setúbal  alarga los partidos a sus ruedas de prensa, de antes y después. Los partidos de fútbol adquirieron una nueva dimensión y las ruedas de prensa ya no se preparaban para informar al aficionado, sino que tornaron en arma arrojadiza contra el rival. Las palabras de Mou adquirieron la misma categoría e importancia que un lanzamiento de Cristiano o una parada de Casillas ¿Cómo iba a ganar el Madrid un partido si no hablaba su técnico, reconvertido en ayatolá de la verdad y de la sana claridad? ¿Qué sería del Real Madrid cuando la divina providencia hecha persona dejase de mover sus labios o los moviese en Inglaterra o bajo el mandato de Massimo Moratti? Pues Mourinho ha dejado de hablar y yo no veo que nos hayan subido la prima de riesgo, más bien veo que algunos han dejado de arriesgarse a hacer el primo.
De todas formas, resulta curioso que un hombre que tiempo atrás vivió de la palabra, de la palabra traducida, ahora la deshonre cuando precisamente fue el idioma español el que le abrió la cerradura del fútbol interpretando a Bobby Robson.

Lo más curioso de todo y a riesgo de bautizar esta nueva chiquillada del luso como rebeldía sin causa, se me ocurren una serie de posibilidades para motivar un conducta tan silenciosa en alguien tan orador y especial.
Papel, piedra o tijera; Presión, desvarío o soberbia; Jueguen. Para mí este segundo misterio terrenal desde los tiempos de Cristo, el primero fue el de Villarreal, halla su genoma más puro en la mezcla de los tres elementos citados. Creo que Mourinho está envuelto por el desvarío al soportar lo que yo llamo, al igual que él a simplemente presionar con los delanteros, “triángulo de presión alta”. Presión propiciada por su propia actitud con los que le rodean, ya que quien habla lo que no debe, escucha lo que no quiere; la presión también es motivada por entrenar al club con más repercusión y seguimiento mediático del mundo; y sobre todo el hecho de enfrentarse a una máquina engrasada por los dedos de dios para jugar al fútbol como lo hace el Barcelona. Esta ley absurda del silencio durará poco, durará lo que dure su desvarío y éste lo que dure la presión. Sin embargo, siempre permanecerá la soberbia porque la soberbia nace y se hace pero no se deshace. La soberbia le impide afrontar sus propias responsabilidades y poner la cara para poner explicaciones a sus decisiones, al igual que supone la creencia de que su palabra es ley y el futbol es su palabra. En tierra de mártires abnegados e incómodos  herejes a Mourinho solo le ha quedado el dejar de respirar porque no consigue lo que quiere cuando siempre fue un consentido.