José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


12 de abril de 2012

La racha del derbi alcanza la pubertad

Era un día bastante caluroso de verano, el cielo estaba impecable y el sol radiante cuando mis pies enfundados en un traje de apicultor se enfilaban hacia la primera colmena de la que tenía que extraer la miel junto al resto del grupo en la visita guiada. Recuerdo que el zumbido recibido en mis oídos que entraba como un torbellino en aquel traje forrado de blanco riguroso, era lo que más me llamaba la atención a pesar de tener ante mis ojos un enjambre de abejas agolpadas junto a los filtros de miel.
Esa fue la primera sensación que tuve al conectar la televisión para escuchar el sonido ambiente del Calderón el día que  el derbi buscaba rival y que solo lo encontró en dos tercios del partido, mientras quiso Cristiano Ronaldo y hasta que le dio la gana al jugador portugués.
 El Atlético de Madrid salió con toda la intensidad del mundo bajo el acomodo de una afición entregada al derroche físico que estaba desarrollando su equipo. No sé ni sabremos nunca el porqué, si se debe a superioridad Atlética o a bajón Madridista, los rojiblancos empezaron acaparando rechaces y ganando saltos en el centro del campo y a los centrales madridistas en casi todos los balones lanzados como bombas por la zaga atlética y que iban siempre a caer a dos tercios de la cancha. La búsqueda del juego por las bandas esperando los desbordes de Juanfran o Filipe Luis se convirtió en la llave de apertura de la puerta madridista con centros cuyo único objetivo conocido eran la cabeza de Falcao o la segunda jugada de un chico soberbio, de un Adrián en estado de gracia con el balón controlado por sus pies en las zonas más dañinas.
El Madrid durante ese primer período fue un ejemplo de agazapo y tensión que condujo el partido por el carril central lleno de imprecisiones y cuyo único objetivo era el no fallar aún a riesgo de no acertar. Xabi Alonso volvió a jugar de tercer central y la presencia de Khedyra no se puso de manifiesto hasta media hora larga desde el comienzo del encuentro. Esa baza la aprovechó perfectamente el brasileño Diego que mientras le duró el fuelle le mantuvo como auténtico aristócrata de la mitad de la cancha.
Este mismo escenario se mantuvo durante el primer acto con una lucha cara a cara donde se litigaba fuertemente por cualquier balón y se ponía el corazón por conquistar cada centímetro de césped.  Con pocas oportunidades Cristiano Ronaldo se inventó una de un lanzamiento de falta directo con un golpeo de balón lejanísimo y que Curtua intentó detener en la misma postura que un torero recibe a portagayola. El Atlético buscó con más ímpetu que juego y encontró el empate en la cabeza de Falcao.
Segundo acto sin cambio de escenario hasta que volvió a aparecer el crack portugués que inventó un nuevo lanzamiento, prodigioso en sí mismo por el mero hecho de intentarlo, que esta vez recibió el metro noventa y cinco de Curtua dos metros adelantado y sin salto de la rana. Cristiano Ronaldo cargó el equipo en su espalda mientras Mourinho apuntaba en su libreta para dar puntadas sin hilo. La sensación hasta ese momento era que los colchoneros podían ganar el derbi y el Madrid no sé si por exceso de confianza en su “sin sistema” o su escasez de ideas, no movió un solo músculo para mover la estrategia. Táctica intocable, el banquillo merengue tocó a los hombres cambiando nombres que saltaban al terreno para actuar con mimetismo hasta el final.
El regalo que ya ha dejado de ser sorpresa de los jugadores colchoneros en este tipo de envites llegó de la mano de Godín cometiendo un penalti absurdo sobre Higuaín y que el hombre de la noche se encargó de transformar de forma diferente y por ello magistral.
Poco ruido de silbato durante el encuentro al que increíblemente no amenazó la tangana; árbitro que tanto mostró su espalda a la dureza  que incluso convirtió a Pepe en el cazador cazado y que sin embargo bajó la falda a algunos sospechosos habituales de pasearse por la piscina a muslo descubierto con la mano en el tobillo y otros con regates bailados a ritmo de  tango con la pierna cambiada.
Tras el desplome físico de los locales, el partido concluyó con un remate cruzado a la red de Callejón disfrutando del último correcalles que le puso enfrente del portero a pase de Ronaldo para sellar el definitivo 1-4. También termino el encuentro con la sensación de que si CR7 hubiese jugado esta noche embutido en la elástica rojiblanca, el Atleti hubiese roto esta racha que ya está en edad de pubertad, 14 años.