El problema de sembrar una mentira es que luego te obliga a regarla con
diez mentiras más para respaldarla. Bartomeu se vio obligado a hablar ante los
medios pero a día de hoy aún no se ha decidido a explicar la verdad, quizás porque
no puede. Tampoco tiene espacio para más mentiras o para más silencios. Aquella
rueda de prensa recordó al cuidador echando un trozo de carne entre los
cocodrilos. Soltaron el contrato, encogieron la mano y a día de hoy aún hay
periodistas intentando encajar el puzle matemático. El resultado lo tenemos a
diario: interpretación interesada del desglose. Según quién, disecciona el
contrato como le interesa. Y en las redacciones sigue el baile de cifras porque
el Barcelona aún no se ha decidido a parar una música tan grotesca para la
entidad y tan dañina para la imagen del jugador.