De aquel Barcelona que construyó Guardiola para asombrar al mundo unos
años atrás solo queda el recuerdo y Leo Messi. La primera parte que ofreció
ayer el conjunto catalán en el estadio del Levante podría catalogarse como el
fútbol con peores intenciones que ha desarrollado el Barcelona en el último
lustro. Martino, en un hecho que ya cuenta con algunos precedentes, en súbita
decisión, decidió ordenar al equipo tácticamente para flanquear la muralla
levantina por las bandas. Como si el conjunto valenciano tuviese una defensa
compuesta por enanos y el Barcelona poseyese un delantero centro gigantesco. La
cuestión es que el medio campo blaugrana lleva el balón a donde quiere, Martino
mediante, y en el primer tiempo lo llevó a los extremos, a Tello, a Pedro, a
Adriano o Alves. Jugadores que consumen demasiado espacio para la ocasión. Ahí
se acababa la fiesta porque a cada centro culé, la zaga levantina respondía con
una sonrisa. Centros aéreos sin convicción y con ausencia de tentativas de remate fueron el
resultado.