José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


10 de mayo de 2012

Que manera de matar


Caminaba solitario entre aquella bruma rodeado de la nada en mitad de la incertidumbre. Adelantó sus pasos con firmeza para no perder el tren que transporta los sueños esperando que alguno se cayese de su último vagón para atraparlo. Caminaba por el limbo sin saber que en realidad pisaba con sus zapatos la senda de la gloria, he aquí esposa del sufrimiento.
Los aficionados colchoneros pudieron escuchar, esta vez sin sufrimiento, con orgullo de gran campeón la segunda parte del Himno de Joaquín Sabina: “Que manera de vencer, que manera de vivir”. Seguramente, la afición más sufridora de este país que encuentra en la del Betis su homólogo sureño, pudo disfrutar de un todopoderoso equipo en un imponente partido mecido a su antojo desde el principio al final. Anoche el Atlético de Madrid sin importar ni cómo ni cuándo, impuso su filosofía de cal y arena, de cielo e infierno y que esta vez el dios del fútbol la recompenso con título, con partidazo y con reconocimiento mundial. El colchonero de a pie, que porta el estigma del sufrimiento innecesario en su propio ADN le dio una patada en la boca a esa palabra para gritar a Europa que otra vez son grandes del continente y lo son a lo grande, con estilo, con firmeza cholista, con máxima contundencia.

El estadio nacional de Bucarest fue testigo de las maneras de matar de un jugador cercano a la categoría de genio, con nombre de futbolista excepcional Brasileño y con acento y origen  colombiano. Ayer, el Athletic de Bilbao fue amante del peligro y dejó suelto a un asesino del área  para luego pagarlo caro.
El partido aparte de la grandeza del resultado y de los golazos Atléticos no tuvo mucho que comentar porque fue una guerra resumida en dos combates: Falcao le ganó la partida a Amorebieta y Martínez; y Llorente no pudo con Godín, que se disfrazó de pesadilla sombra del jugador navarro durante toda la noche.
El Atlético rehusó de la lucha en el centro del campo durante todo el encuentro y un golazo tempranero de Falcao le dio la razón. El colombiano recibió en el ángulo exterior del área un balón como cualquier otro, ni más largo ni más corto, ni más fuerte ni más flojo. Escoró a los centrales, llevó a Amorebieta a donde quiso llevarle, luego le dribló mientras acomodaba el cuerpo, preparó la pierna izquierda y soltó un zurdazo a la escuadra vasca que quedará en la retina de los aficionados Atléticos durante décadas. El primer gol del partido cimentaba la victoria colchonera y conmocionó al Athletic que se desordenó en el centro, se precipitó en ataque y que convirtió a su defensa en un manojo de nervios. A Amorebieta le temblaron las piernas y los recursos en un pérdida de balón al borde de su propio área, propiciando un balón a Touran que cruzó en la zona de peligro y encontró a Falcao que en una posición forzada inventó un regate mágico engañando a media defensa al mismo tiempo que preparaba el balón para otro zurdazo imparable casi en la cara de Iraizoz.

A partir de ahí, el conjunto vasco se fue desangrando poco a poco, con suavidad y con agonía, el Athletic veía como se le escaba otra final sin poder hacer nada contra sí mismo y contra la contundencia del rival. Bielsa intentó sacar a su equipo del aprieto reforzando las bandas y forzando centros a la cabeza perdida de Llorente que nada pudo hacer ante Godín y ante unos balones mal calibrados. El Athletic se perdió en el centro y en las bandas pero encontró a un Ibai que junto a de Marcos, volcado en ataque, no tuvo la suerte suficiente en el remate para cambiar el destino de los leones. Diego al final del partido puso la puntilla en una jugada magistral que acabó con un balón cruzado a la red ante una defensa de mantequilla que lo pagó caro.

La inexperiencia de los leones le paso una durísima factura en papeles mojados de lágrimas para un conjunto tan rebelde como joven y que por su propia juventud asegurará una década de alegrías, de buen fútbol y seguramente de gabarras fuera de puerto. Sin ir más lejos, la final de copa ante el Barça le devuelve la oportunidad de vengarse del destino y secar sus propias lágrimas con un pañuelo de fútbol, en un escenario magnífico y ante un rival legendario al que vencerle supone el prestigio máximo para una afición que ahora mismo llora con el único consuelo de haber hecho una temporada soberbia y de tener la certeza de que verá muchas más porque admiran a un grupo de futbolistas que no les pudieron hacer Reyes por un día pero les hicieron príncipes futbolísticos por un año y quién sabe si no alcanzarán la eternidad.
El Atlético de Madrid jugará en tres días su final económica por entrar en la Champions y poner fin a una temporada que puede ser histórica en prestigio y peligrosa en lo económico por ser el colchonero un equipo cogido con alfileres de palo y manos oxidadas que pueden desintegrar el sueño para la próxima campaña.