Cristiano Ronaldo acaba de ganar el Balón de Oro y mientras mis
pensamientos se descuelgan por mis dedos ya estoy en plena y pura disposición
de decir que Messi es el mejor futbolista de la historia y evidentemente del
mundo. Seguramente, o quizás no, aún
queden pequeñas astillas de metal en los bordes dorados del tallado donde luce
el nombre de Cristiano bajo el trofeo y sin embargo eso no me sugiere ningún
tipo de duda sobre mi afirmación. Existen varios motivos para que el trofeo que
destaca al mejor del año no acabe en las manos de éste.
Para que Cristiano Ronaldo haya tatuado su nombre en la historia por
segunda vez ha necesitado que Messi se haya pasado seis meses del año entre la cama
de la enfermería y la camilla del fisioterapeuta, ha necesitado que Frank
Ribery hablase cuando debió callar y callase cuando debió hablar, ha necesitado
de sus goles y máximo rendimiento al que puede llegar sobre el campo, ha
necesitado de la campaña mediática más impresionante que se ha desatado en la
historia del fútbol para que un jugador llore como un niño delante de un trofeo
que ha estado llorando durante años, ha necesitado de una metedura de pata del
presidente de la FIFA que paga sus errores personales acosta del prestigio de
la institución y puede, cosa que en los próximos días veremos si no acaba en
escándalo, que haya necesitado de la ampliación del plazo de votaciones de
cuyas consecuencias solo podía beneficiarse él.
Tengo la sensación que durante todo este año el balón de oro ha pasado de
mano en mano de unos futbolistas a otros. Hablo de mis propias creencias que iban
siendo derrumbadas por otras posteriores a golpe de buzoneo dialéctico y
mediático. La creencia más pura que tuve fue tras la final de Champios que
conquistó de forma aplastante el Bayern de Munich tras haber arrollado al
Barcelona, conquistado la bundesliga y la copa alemana. Ese día no tuve ningún
género de dudas, la hegemonía de Messi la rompería Ribery tal día como ayer.
Tal día como hoy parece un sacrilegio pensar que merecería el balón de oro el
mejor jugador del mejor equipo del pasado año. Tras un verano sin fútbol de
competición llegó Blatter a Oxford para ofrecer una opinión tan personal y
compartida por casi todo el mundo como ridícula en su expresión. El resultado
de la actuación del simpático presidente fue meter a Cristiano y Messi en la
puja por el balón. Jorge Mendes y los altavoces mediáticos madridistas se
encargaron del resto para llevar al futbolista portugués donde no le pudo llevar
el balón en los pies.
A principios de septiembre Cristiano Ronaldo estaba absolutamente
descartado en todos los pronósticos por pura meritocracia. Pero los minutos de
la basura parece que cuentan y ayer tuvimos la prueba más absoluta. De un día
para otro, sin mundial de por medio, sin Champions o liga de por medio, sin
partido de fútbol de por medio, como por arte de magia cogió fuerza una idea
imposible que tenía como único objetivo considerar al futbolista portugués como
el más justo acreedor del trofeo. Supongo que una buena mañana, de un día
cualquiera, soleado o lluvioso, con más frío o más calor, el mundo del fútbol
se despertó pensando que CR7 era el jugador mejor posicionado para obtener el
reconocimiento. Recordaba a aquel año en que lo iba a ganar Iniesta porque a un
periodista italiano se le ocurrió decirlo, o aquel en que lo debía ganar
Casillas porque nunca lo ganaban los porteros.
La idea se movió como una nube tóxica que iba asfixiando en los
aficionados los recuerdos precedentes del trabajo de Ribery. Como si la
Champions del Bayern la hubiese ganado hace 3 años en vez de hace 3 meses, como
si una repesca equivaliese a un mundial. Como si a Ribery no le sirviese el
pasado y como si a Messi solo le sirviese su presente al encontrarse lesionado.
El año 2014 pasará seguramente a la historia como el año en el que el Balón de
Oro no fue determinado por el balón de cuero.
El martes otro artículo de saga Balón de Oro
ResponderEliminarBuen aporte xalao
ResponderEliminarde acuerdo
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