Estaba de pie
frente al periodista que acercaba el micrófono a su boca. En una mano el balón
de oro y la otra aún la contenía cerrada con fuerza por la enorme victoria de
aquella noche. Había conseguido lo que más le gusta, un reconocimiento
individual, el más importante y a la vez el primero que otorgana la FIFA a un
técnico. Llegó en avión a última hora, su presencia en la gala no se había
confirmado hasta que no le confirmaron su victoria. Ya era de noche en Zúrich
cuando un Mourinho excitado por el trofeo espetó en el micrófono de aquel
periodista: "un Balón de Oro en manos de Messi siempre está en buenas
manos". El técnico luso ya no tiene que agitar su mano delante de su nariz
para quitarse el “mal olor” del argentino. Su desprecio personal se transforma
en halago profesional, le ha visto de cerca, le ha impresionado y se rinde a la
evidencia. Aún retumban esas palabras en mis oídos: Siempre, siempre, Messi,
siempre, en buenas manos, siempre, siempre, siempre...
Año y medio después,
antes de la pasada supercopa. El Madrid ha de visitar el Cam Nou y Mourinho
prepara el encuentro. Las cámaras de la ESPN le enfocan, tiene más canas y ha
perdido algo de peso a pesar de que guarda una dieta equilibrada. Serán los
nervios, ya no es culpa de Guardiola, será Messi y el Barcelona. El periodista
pregunta y el portugués responde: "Hace dos años Cristiano fue el máximo
goleador de Europa; sin embargo, Messi ganó la Champions y la Liga. Este año
Messi fue el que anotó más, pero Cristiano ganó la Liga, así que como lo
colectivo es más importante que lo individual, Cristiano es mejor".
Sala de
prensa del Fútbol club Barcelona, empate a dos tras el último clásico. Mourinho
parece eufórico ante los medios, ha pasado un mal trago y un empate a dos ante
su rival le deja a ocho puntos pero no le deja a once. Necesita una tregua,
está en territorio hostil y Messi le ha perdonado la vida. Mourinho es un perdonavidas
perdonado, el fútbol es maravilloso, su equipo está a ocho pero no es su culpa.
Se pone serio, es la hora de dar la imagen de un hombre de estado, preciso y a
la altura, imparcial, el fútbol está por encima de las personas, de
rivalidades, de dinero y objetivos. Parece sincerarse, se quita el traje de
radical y parece desnudarse, se siente observado en territorio comanche y quiere
devolver el favor por no haber sido vapuleado en el campo. Solo hace unos
minutos que ha visto jugar a Messi: "Pienso que debería estar prohibido
decidir quién es el mejor jugador del mundo. Debería estar prohibido, porque
ellos dos son de otro planeta. Ahora, me gustaría que ganara el mío, porque ha
sido campeón de la liga más importante del mundo. Pero debería estar prohibido
porque los dos son fantásticos".
Valdebebas,
ciudad deportiva del Real Madrid tras unos días de reflexión, ante las cámaras
de la televisión lusa. Mourinho aparece en una silla sobre el césped, las
gradas de fondo y las piernas cruzadas. El técnico está tranquilo, no tiene
claro lo que debe decir pero se inclina por lo que su gente quiere oír. Mourinho
espeta al periodista de A Bola TV: "sería un crimen que no ganara el Balón
de Oro Cristiano Ronaldo". Recapacita, no es suficiente, solo ha dado el
titular, hay que maximizar el rendimiento del jugador con agravios comparativos:
"Cristiano es un jugador que no es protegido por nada ni por nadie. Ven el
cuerpo que tiene el "animal". Sigue sin ser suficiente, Messi es
demasiado bueno, no vale con vender bien a Cristiano, ahora hay que atacar a la
pulga: "¿Vencer este galardón sin títulos colectivos, sin ganar nada
importante? Y no me vengan a hablar de la Intercontinental -ganada por el
Barcelona-, que ni yo quiero jugarla”. Necesita más, recuerda sus días en el
patio del colegio, cuando lo elegían el último en el recreo para formar equipo,
cuando a esas edades si el padre del compañero levantaba un coche con una sola
mano, el suyo podía levantar un camión con un dedo: “si el argentino es el
mejor del planeta, Ronaldo
entonces es el mejor del universo". Misión cumplida, mensaje clarito a su afición al más puro estilo de Gloria
Fuertes.
No hace tanto
tiempo de la llegada de Mourinho a nuestro fútbol y aún queda cerca su carta de
presentación. Recuerdo a aquellos que afirmaban del técnico que sus partidos no
duraban noventa minutos, sino toda la semana. Sin duda es una auténtica
insensatez pensar que un partido de fútbol se disputa en la previa, o que Messi
va a fallar un gol cantado por culpa de las declaraciones del técnico. Solo los
idiotas pueden pensar que Xavi va a errar más de dos pases en un mismo partido
por el mero hecho de que dos días antes le hayan negado el pan y la sal, o que
Valdés va a encoger el brazo por el hartazgo que le produce el técnico rival. Simplemente
suelen ser idioteces que Mourinho lanza sin creérselas, algunos las recogen creyéndolas
y el propio entrenador acaba creyendo.
Mourinho se
ha creído su propio personaje y piensa que va a modificar el fútbol desde una
sala de prensa, sin tocar el balón y sin inventar una estrategia sublime. Lleva
diez años soltando una palabrería tan populista como demagógica y hasta el día de
hoy el Cam Nou sigue siendo un teatro de sueños, en la Uefa continúa Platiní, el
Chelsea ha ganado la Champions sin él, los árbitros siguen acertando y errando,
Unicef continúa en la elástica azulgrana, Messi es insuperable, Pellegrini no se
avergüenza de entrenar al Málaga, el Reino de Navarra sigue siendo un fortín,
Guardiola no se avergüenza de sus títulos y el punto de penalti sigue estando a
once metros. Es impresionante ver cómo un hombre se alimenta de sus propias
mentiras y de un discurso protegido con cartón piedra. En los últimos días, el
hombre que quiere cambiarlo todo en el fútbol y que aún no ha cambiado nada,
pretende inculcar al mundo los criterios mágicos que han de regir las
votaciones para el balón de oro. Contra su voluntad, periodistas, capitanes y
seleccionadores seguirán votando a quien les dé la gana porque los partidos no
se ganan en las ruedas de prensa y el balón de oro no se obtiene porque
Mourinho haya decidido hacer un publireportaje a favor de su jugador
predilecto.
Cada vez que
escucho una declaración de Mourinho, rara es la ocasión en que acto seguido no
me acuerdo de Jean Cocteau. Mientras
Mourinho no para de hablar en el presente, el poeta francés nos decía en el
pasado que “Un vaso medio vacío es también un vaso medio lleno, pero una mentira a medias,
de ninguna manera es una media verdad”. Seguramente cualquier aficionado
madridista esté desconcertado porque no sabe cuál es su verdadero entrenador, es la ley del creyente, creer por creer o creer por saber.
Con qué Mou quedarse, con el que dice que un Balón de Oro en manos de Messi
siempre está en buenas manos; O quizás quedarse con el Mourinho que cruza las
piernas ante A Bola e indirectamente afirma que este balón de oro en manos de
Messi puede tacharse de acto criminal. Lo mejor es no quedarse con ninguno, aunque seguramente, el aficionado merengue por cuestiones de fe, se
sitúe cerca del Mourinho que medio le llena el vaso con una media
mentira, que como dice Cocteau, nunca será una media verdad.
Tu florida pluma tiene como objetivo un muñeco de pim pam pum, es decir Mourinho, y por extensión al Real Madrid. Hace 50 años tuvo el Barça un gran entrenador, ya muerto el hombre, por lo que no viene al caso cargar las tintas contra él, era Helenio Herrera, con algunos defectos importantes, te puedo asegurar que respecto a los medios de comunicación no fué tratado en absoluto como lo es el inefable Mou, pero claro era el entrenador del Barcelona....
ResponderEliminarTe he sugerido con la mayor consideración algún tema, por ejemplo uno que está en boga actualmente, incluso en las Islas Británicas, the theater team, pero pasas de largo; ahora con el ciclista Arsmtrong el tema dopaje está también muy de actualidad, o sea que hay asuntos candentes en cantidad, pero por lo que veo solo te interesan, o tal vez sean los únicos que dominas, los relacionados con tu antimadridismo.
Y a pesar de que digas que Guardiola está orgulloso de sus títulos, Ovrebo mediante, te recuerdo aquello de :"Sandro qué más quieres que te dé". Villar dixit.
Supongo que si yo hubiese nacido hace 70 años, huniese criticado a Helenio Herrera como ahora critico a Mourinho.
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