Si el Real Madrid comercializara una nueva camiseta con el nombre de
Rosell a la espalda a buen seguro vendería más unidades que CR7. José
María Bartomeu, Faus, Freixa, incluso Zubizarreta también podrían ocupar un
lugar relevante en el escaparate de la tienda merengue. Todos ellos representan
la demostración cristalina de que incluso Joan Gaspar hoy en día podría
parecer un fantástico presidente. Lo que no consiguió Cristiano Ronaldo, Ramos,
Di María o Mourinho sobre el césped lo logró un solo hombre sentado en un
despacho. Corren malos tiempos para la caverna mediática, Bakia o Florentino
Pérez; Rosell y su séquito de incapaces les han dejado sin trofeo. Sería ridículo
que desde Madrid algún estamento pudiese reclamar como propia la desorganización
del conjunto catalán. La evidencia de los culpables azulgranas les aleja de
posibles tentaciones. Nunca tan pocos hicieron tanto daño, no solo al
Barcelona en particular, sino al fútbol en general, porque el fútbol desarrollado
por este equipo nos pertenece a todos. La belleza del arte no discrimina nacionalidades
ni religiones, puesto que no es necesario ser egipcio para admirar la pirámide
de Keops o ser culé para admirar a Messi.
La situación que vive el Barcelona parece directamente sacada del
Festival de Sitges, si el “soci” no toma en los próximos días las riendas de su
propio destino, el futuro de la entidad se presenta absolutamente
incontrolado. Lo que se está haciendo con el conjunto blaugrana recuerda a
aquellos viejos y carismáticos hoteles de las Vegas destruidos con explosiones
controladas para ceder su espacio a otros más modernos. Según están
demostrando los acontecimientos, para este cuerpo directivo es más fácil
destruir y empezar desde cero que reformar desde dentro. Parece como si todo lo
que han hecho hasta el momento estuviese encaminado a destruir lo existente
para diseñar una entidad a su imagen y semejanza. Lo que se está
haciendo con este club, con sus socios, con sus simpatizantes y con sus
admiradores no tiene palabras que lo defina.
Las portadas de los medios deportivos catalanes en los últimos días no
pueden calificarse menos que de terroríficas. Titulares a cinco columnas
como “Zubizarreta liderará el cambio”, “fijan una cumbre por el relevo de Martino”,
“si hay elecciones crearía una crisis institucional”, “el entorno de Messi
cree que el Barcelona quiere traspasarlo” o “Bartomeu pretende agotar su
mandato”; solo pueden provocar ataques de pánico y ansiedad entre los
aficionados. Ha llegado el momento de que el socio barcelonista adopte la
postura más razonable para los intereses del club, ya que ni jugadores, ni
empleados, ni medios de comunicación se encuentran en la posición moral de
adoptarla. Cada cual se rebela como puede, Guardiola lo hizo en un despacho,
Messi lo hace sobre el césped, Abidal lo hizo a moco tendido y Valdés
tendrá que hacerlo sin desprenderse del olor a quirófano.
Cada hora que pasa corre a favor de esta junta directiva porque cada
instante que consumen les acerca a completar su mandato. En esta guerra ya
han ganado la batalla de la mala gestión institucional con el resultado del referéndum
y falta poco para que logren traspasar la barrera de los malos resultados
deportivos si el socio no se manifiesta en el Camp Nou. Si la FIFA levanta la
sanción de los traspasos se iniciará la carrera por tapar el pasado a base
de fichajes resonantes con el dinero de los socios. La estrategia del Señor
Bartoméu se cimenta en la repetida teoría florentinista de olvidar los
disgustos con ilusión y en alejar el imperturbable pasado arriesgando el inconsistente
futuro. Traducido a la realidad: Comprar los malos recuerdos del socio con su
propio dinero. Los directivos no pierden absolutamente nada, ganan tiempo y si en diciembre todo sigue igual,
cogen las de Rosell diciendo aquí paz, después gloria y visca el Barça. Los
peores temores de la mayoría de aficionados culés pueden cumplirse si Bartomeu
acaba el partido del domingo sin ver una enorme pañolada contra el palco.
La pelea por tener un período electoral razonable ha comenzado y los futuros
candidatos necesitan mucho más de un mes para levantar la mano.
La mayoría del vestuario azulgrana hace meses que está pidiendo ayuda
desde el campo y manifiestan en silencio lo que no pueden decir con palabras. Un
equipo moribundo y disperso al que ya no le quedan fuerzas ni para jugar ni para
hablar. El domingo, el Barcelona no lucha por la Liga ni juega contra el
Athletic de Bilbao, el domingo hay un partido más importante en las
gradas del Camp Nou, el socio blaugrana tiene la enorme oportunidad de reclamar
un cambio total y destronar a la junta directiva que ha comprometido peligrosamente
el futuro de su club.
Este post hay que difundirlo antes que sea demasiado tarde
ResponderEliminarPedazo de articulo. Grande Testigo como siempre.
ResponderEliminarMe voy unos dias de vacaciones, te dejo mi ultimo comentario por si te apetece pasar
http://unblogmuycule.blogspot.com.es/2014/04/messi-no-se-toca.html
Testigo no se puede ser más forofo, en un artículo en el que pones a parir a la directiva actualde tu amado club, por su mal hacer, ¿por qué te acuerdas/mezclas al F.Pérez, Bankia o la caverna mediática, y le dedicas un párrafo completo?, esa es tu imparcialidad/humildad, la misma con la que escribiste(en un momento de subidón)aquel famoso:" Cómo quieres que te gane". Y perdona pero la caverna está en Cataluña, aquí tenemos a Roncero y algún otro, ahí tenéis a toda la redacción del Sport y el Mundo Deportivo, incluso tú mismo. Un saludo.
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