La soledad de su taquilla delata su ausencia. Seguramente la haya dejado
entre abierta por si alguien la necesita, diáfana de objetos pero llena de
recuerdos. Aún quedan restos de celo que sujetaban una fotografía, y una fina
hebra de césped desprendida de sus botas resiste en un rincón. Ese espacio aún
huele a fútbol, hace tan poco tiempo que se fue y ya parece una eternidad. Con
total seguridad sus compañeros aún busquen su silenciosa figura sentada junto a
su santuario más íntimo en el descanso de los partidos. Todos han dejado de oír
su tímida voz y su cálido acento abriéndose un paso solitario en los momentos
de silencio. El sitio que ocupaba tan solo hace unas semanas ya no ofrece
respuestas. Las miradas perdidas buscando milagros naturales en forma humana descarrilan en el techo.
12 de diciembre de 2013
3 de diciembre de 2013
La redundancia semántica
Era casi la
1:15 de la madrugada, algunas capitales de provincia bajo cero y la escarcha
empezaba a cumularse en las cunetas. Frío lógico para esta época del año. Los
bostezos en cualquier salón de España señalaban la cama desde hacía ya un buen
rato, por el atrayente calor de la cama y por el aburrimiento de la gala. Los
pulgares de las manos ya se habían batido en duelo con los ojos en varias ocasiones
por apretar el botón rojo que apaga la tele.
Courtois
recibió su premio al mejor portero de manos del portero de “aquí no hay quien
viva”, la poca gracia continuó con bromas sobre el color de piel de Iniesta y
un desprecio al Betis por un humorista poco agraciado. Ramos se agarró a su
premio como si fuese el único que fuese a recoger este año, Illarramendi hizo
lo propio por partida doble, e Iniesta pasó el trámite con la timidez del
peregrino que se pasea desubicado por una tierra de infieles. Casillas, que ni
ha jugado limpio ni sucio, simplemente no ha jugado por deseo de Mourinho, dejó
en manos de su presidente la recogida del premio al juego limpio. Casillas
siempre inteligente. Messi ya había recibido en espíritu televisivo y entre
algunos abucheos el trofeo al mejor delantero y mejor jugador de la pasada liga.
Al Barça, campeón de liga, no le colocaron la alfombra roja en una gala más
propia del cine de serie B que del fútbol.
El dedo
pulgar de la mano derecha volvía a acariciar el botón rojo de apagado cuando se
desató la sorpresa. La presentadora de la gala hacía hincapié en el último premio
que faltaba por entregar, el de jugador más valioso. Cualquiera con un poco de
sentido común pensaría que ese premio ya se había entregado a Messi como mejor
jugador, o que estaban confundiendo en la LFP el significado de valioso con el
de costoso. Una redundancia semántica, otra broma absurda del show.
Según Berta
Collado, presentadora, era el premio más importante del año, el más objetivo y
el que todos estaban esperando. Berta nos dijo con insistencia que ese era el
premio que teníamos que valorar mañana. El premio lo otorgaba un programa
informático basado en criterios absolutamente objetivos, como si la elección de
los criterios no implicara subjetividad.
El lenguaje informático
doblega al humano para decirnos que si la liga se jugase en un ordenador y no
en un campo de fútbol, Ronaldo sería el jugador más valioso. El premio al
portugués sobresale del resto porque así lo ha decidido la chirigota mediática
con un razonamiento tan absurdo que podría llevarnos a pensar en que ganar una
Champions en la Play Station es más importante que ganarla en Old Trafford. La
manipulación empieza a coger forma humana en el cuerpo de Ronaldo que recogió
el premio con seriedad pero sin llegar a ruborizarse. Florentino parecía haber
cumplido su objetivo, premiar a Ronaldo sin que se dé cuenta de que el resto
sabemos que el premio es una absurda estafa y manipulación improvisada. Un trofeo
calma egos, un sucedáneo limpia lágrimas, un premio quita vergüenzas de quien
debe estar sentado en la grada pero no debe irse con las manos vacías. Un
agradecimiento burocrático por haber asistido.
El premio,
que nació con el nombre del ganador puesto un día antes de entregarse también
posee su filtro subjetivo intentando encontrar en Ronaldo al futbolista más
efectivo, más importante para su club y más completo. Tan efectivo fue Ronaldo
la temporada pasada que tiró el doble que Messi a portería y marcó menos goles,
tan importante fue para su club que quedó a 15 puntos del Barcelona y tan
completo es Ronaldo que acabó la temporada siendo suplente los últimos partidos
de liga. Tal fue la improvisación bochornosa que el premio buscó en Ronaldo cualidades
que el Luso ni siquiera posee como compañerismo, solidaridad o el sacrificio.
Aspectos humanos analizados por un jurado invisible, desconocido, ausente, inexistente.
Hubiese sido
más creativo otorgar el premio con unos criterios más sólidos e indiscutibles
como hacer un premio que se otorgará todos los años a aquellos futbolistas que
tengan por nombre Cristiano Ronaldo y porten el 7 del Madrid. Cristiano
contento, Florentino aplaudiendo José Ángel Sonriendo y espectadores sin
desengaño.
Decía Cristiano
que "Para mí es un
privilegio, se lo agradezco a mis compañeros, a mi familia.
Gracias". Cristiano Ronaldo agradeció, pero lo hizo mal, pues hubiese sido
más justo que hubiese orientado su gratitud a Florentino Pérez y José Ángel
Sánchez que aplaudían la culminación de su influencia y creatividad desde el
graderío. Hace un año escribía Roberto Palomar
acerca de la campaña madridista para que Ronaldo ganase en 2012 el balón
de oro que “Al final, Florentino se lo va a tener que comprar y dárselo en un
acto ficticio, tipo El Show de Truman, con aficionados de mentira”. Anoche
pudimos comprobar que el presidente madridista empieza a recoger en silencio
las ideas ajenas. El ministro más odiado de la democracia, el ministro Wert,
hizo justicia a la gala entregando el caramelo a Cristiano Ronaldo. Dedo pulgar
en el botón rojo.
2 de diciembre de 2013
Las pompas fúnebres
El Barcelona
ha perdido dos partidos consecutivos y ya se empieza a hablar de Xavi Hernández
en pasado. Xavi ha sido uno de los mejores… Xavi fue… Xavi supuso… Xavi nos dio…
Su nombre yace junto a su fútbol ante una corona de flores a los pies de los
medios de comunicación que actúan de oficiantes ¡Sentaos! Como si ya no hubiese
marcha atrás acaban de introducir sus botas de fútbol en una caja de madera
dispuesta para ser enterrada. La última bendición cae sobre su recuerdo con el
dedo índice del oficiante dibujando una cruz gestual en el aire ¡Descanse en
paz! El olor a fútbol empieza a dejar paso al olor a incienso, las campanas han
dejado de repicar junto a la imagen del futbolista culé. Las manos de los
incautos se deslizan por la soga que cuelga del campanario con una pausa
solemne y mirada de frenesí. Doblan las campanas y lo hacen por otro mito muerto.
Acaba de llegar el féretro a las redacciones ¡Poneos en pie!
La autopsia
de su juego revela un motivo incoherente: Su edad, sus piernas, su hambre de
gloria. Como si alguna vez su fútbol hubiese dependido más de sus piernas que
de su cerebro, más de sus esfuerzos que de su visión, más del giro de sus
tobillos que del giro imperturbable de su cuello.
Tan solo el propio
Xavi puede removerse en su tumba encolada con mentiras para demostrar a todos
que aún puede gritar con sus pies la palabra fútbol. El juego de Xavi que
siempre fue encumbrado por la paciencia de su ritmo ahora es traicionado desde
fuera por la impaciencia del momento. Algunos indolentes de la honestidad
continúan sin inmutarse a sabiendas de que confunden un oscuro deseo con la pura
y mera realidad. Los simplistas de este santo deporte que caminan agarrados al
crucifijo de quien marca gol es bueno y quien no lo marca no lo es, ya han
dictado su apresurado veredictico.
Xavi muere
por momentos pero no se enfrenta a la muerte en soledad. Lo quieren matar con
las botas de fútbol puestas como a Iniesta. Extraña coincidencia que no salpica
la posibilidad de buscar el olor a muerte en otro sitio. Al centro del campo
más impresionante de la historia se le para el reloj el mismo día y a la misma
hora. El simplismo analítico vuelve a retorcer la verdad en favor de la idea
básica de despojar al fútbol de su parte colectiva. El deporte favorito vuelve
a ser la caza del individuo para aquellos que reparten la idea de gol igual a
bueno, no gol igual a malo. Quien tiene piernas se equivoca pero no quien solo
tiene boca.
La realidad
del Barcelona es mucho más preocupante que la mentira sobre Xavi Hernández. Las
campanas no están doblando por Xavi, sino por un estilo de juego que ha sido
traicionado por su propio entrenador. El conjunto azulgrana está repleto de
centrocampistas pero su centrocampismo se apaga como una colilla bajo el pie de
Martino. Empiezan a ser improductivos
jugadores engendrados para una filosofía de juego porque simplemente ahora no
existe. Martino es más simple que todo eso de lo que hablaba Guardiola y aún extiende
recetas Johan Cruyff. Sus gestos en la banda le delatan, sus aspavientos como
su impaciencia se traslada al césped con la idea geométrica de que la línea
recta es el camino más corto aunque menos gratificante. Poner el balón en los
pies de Messi, Neymar o Alexis es el objetivo y hacerlo rápido parece esencial.
Poner balones largos desde la defensa es menos peligroso y más rápido. Por eso
juega Piqué y Mascherano en detrimento de Bartra y por ese mismo motivo Xavi e
Iniesta empiezan a sujetar cada vez con más firmeza el cartel de prescindibles para
esta causa ¡Son prescindibles y bajitos, entiérrenles! Martino ha hecho del
recurso final en forma de voleón la auténtica voluntad de juego. El pase largo
para sobrepasar a Xavi. Lo que muere en el Barcelona no es xavi o Iniesta, lo
que realmente agoniza en el juego culé es la posición que ocupan.
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